Capítulo 7

7.3K 421 88
                                    

NATHANIEL

La casa de Mackenzie es exactamente igual al departamento de mi madre, si hablamos de espacio, claro. Esta distribuido todo de una forma bastante parecida, pero decorada de una manera acogedora. Hay fotografías, discos de vinilo y pinturas colgadas de las paredes, además de una inmensa biblioteca que separa el comedor del salón en dónde estoy sentado.

Hace veinte minutos que Kenzie se ha ido a cambiar, y comienzo a preguntarme si se ha encerrado en el baño para no ir. Pero cuando se para frente a mi media hora después, no se que decir.

Lleva puesto un vestido blanco que le va corto, mucho a decir verdad, sin embargo es suelto como una bolsa de papas. No esta apretado a su cuerpo, y desluce totalmente sus curvas. Se ha recogido dos mechones del cabello detrás en trencitas, y casi ni lleva maquillaje.

— Lista, vámonos.— refunfuña algo molesta.

— ¿Alguna vez has ido a una fiesta universitaria?— pregunto confundido.

— Eh... No.— contesta frunciendo el ceño.— Ni tampoco pensaba hacerlo, pero bueno... aquí estamos.

El vestido la hace ver tan inocente que se lo querrán quitar con los dientes, estoy seguro. Sin embargo, a pesar del vestido rojo, su ropa parecía salida de un catálogo hippie. Pero no pienso esperar otros treinta minutos, así que simplemente me levanto del mullido sillón y camino hacia la puerta.

— ¿Por que? ¿Me veo mal?— pregunta algo insegura.

— Sabes que no es así.— respondo, y no puedo verla, pero se que frunce el ceño.

Oigo sus pasos detrás de mi el resto del trayecto y, en cuanto subimos al ascensor, me detengo a observarla. De perfil, su nariz parece aún más pequeña y respingada. A pesar de ser alta, a mi lado parece pequeña. La sobrepaso por diez centímetros, y ella no lleva tacones. Debe medir cerca del metro setenta y cinco, aunque su padre es curiosamente mas bajo.

— ¿De verdad quieres ir?— pregunta ella frunciendo la nariz.

He descubierto que es un gesto que hace cuando algo le molesta. Se voltea a verme y sonrío.

— ¿Tienes un mejor plan?— la reto curioso.

Ella ladea la cabeza:— ¿Una maratón de películas de zombies y palomitas?

Asiento:— Eso mismo pensaba yo.

Kenzie río, y su sonrisa provocó que yo también riera. Era natural y linda, y de alguna forma que no podía explicar emanaba cierta alegría algo contagiosa. Y quería apretarla contra el ascensor y oírla gemir en mi oído. Me regaño mentalmente por tener esos pensamientos. Hace mucho que no andaba con una chica, y tal vez eso comenzaba a afectarme.

Las puertas se abren y me devuelven a la realidad, y esta vez ella toma la delantera. Saluda a Tom, el encargado del edificio supongo, quién parece conocerla y también saluda. Era el mismo que cuando me había ido hace tres años, solo que se encontraba un poco más calvo.

Algunas cosas cambiaban, pero otras no tanto.

En cuánto salimos al estacionamiento, ella mira a su alrededor con los ojos achinados, intentando adivinar cuál es el mío. La observo unos segundos, hasta que decida.

— Déjame ver... — señala un Audi frente a nosotros.— ¿Es ese?

Me río:— No...

— ¿Caliente o frío?— pregunta confundida.

— Perdona, ¿Qué?

— Que si caliente o frío...— rueda los ojos.— ¿Nunca jugaste a eso cuando eras niño?

Amor en Instantáneo (SIEMPRE #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora