Capítulo 30

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NATHANIEL

Conocía muy bien esa mirada.

Era la primera vez que la veía en Kenzie, pero podía notar lo que estaba pasando. Su mano sobre la mía, deteniéndome de arrancar, y aquella sonrisa ladeada que trasmitía todas las cosas que yo había estado pensado en hacer con ella.

Tenía el cabello algo húmedo, al igual que su vestido, que se le pegaba al cuerpo de una forma tentadora. Había tenido que usar toda mi coherencia y sensatez para arrancar el auto, y ahora ella no lo hacía nada fácil.

— ¿Qué sucede?— mi voz sale algo ahogada.

Ella se muerde el labio divertida:— Sabes que pasa.

— Bueno, yo no...

— Estamos a solas.— recalca como si no fuese obvio.

Asiento:— Ajá...

Tengo la boca extrañamente seca, y su mano suelta la mía, para posarse en mi rodilla.

— El otro día, que volvíamos del bar, yo hice esto...— de un movimiento, se sube a mi regazo.

Yo dejo mis manos en sus muslos, están fríos debido a la lluvia. Kenzie sonríe cuando baja sus labios a mi quijada, y comienza a besarme allí. Sus manos se apoyan en mi pecho, y clava sus dedos en mi camiseta. Un jadeo se escapa de entre mis labios cuando succiona mi cuello con suavidad, y mis manos viajan a su trasero, donde la aprieto.

— Prometiste terminar lo que iniciamos.— susurra contra mi oreja, y muerde mi lóbulo.

Mierda.

Mierda, mierda, mierda.

— Kenz...— murmuro y ella vuelve a besarme en los labios.

Sus labios se mueven sobre los míos de una forma hambrienta, y mueve su pelvis contra la mía, refregándose contra mi. La erección en mis pantalones está a punto de estallar.

Aprieto su cuerpo contra el mío, y en lo único que puedo pensar es que debajo del vestido solamente lleva ropa interior.

Al carajo.

La tomo de la nuca, y tiro su cabeza hacia atrás. Ella obedece mi movimiento, y le beso el cuello con ganas. Sus manos dejan mi cuerpo un segundo, y se quita la chaqueta, tirándola al asiento del acompañante.

— ¿Tienes frío?— pregunto viendo que sus piernas están algo humedas.

— No, solo... estoy algo mojada, es todo.— dice con una sonrisa, y vuelve a besarme.

Muevo mi mano hacia su entrepierna, y descubro que en verdad solamente trae ropa interior. Recorro con mis dedos el borde del elástico, y ella me mira fijamente. Tiene las pupilas dilatadas, y los labios entreabiertos.

— ¿Puedo?— pregunto en un susurro.

Ella asiente y se muerde el labio, expectante.

Deslizo mi mano sobre la tela, y ella suspira. No la beso, quiero observarla mientras la toco. Hago círculos sobre sus bragas, y ella cierra los ojos. Mis labios viajan a su cuello, y succiono aquel punto sensible en su quijada, quitándole un gemido.

Eso me alienta a seguir, y muevo mi mano, colándome dentro de su ropa interior. Masajeo su clitoris con suavidad, y ella levanta su cuerpo por instinto. Uno de mis dedos se mueve hacia atrás, y puedo sentir aquella humedad que sabía me volvería loco de ahora en más.

— Creo que la chaqueta no es lo único mojado aquí.— mi voz sale más grave de lo normal, y ella abre sus ojos.

Creo que va a decir algo, pero no puede, porque cuelo un dedo en su interior sin previo aviso. Su mano se clava en el vidrio del auto, y gime en voz alta. Vuelvo a besarla, ansioso de su contacto, y ella se mueve sobre mi mano, esperando más.

Amor en Instantáneo (SIEMPRE #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora