NATHANIEL
Le tenía pánico a las alturas.
No podía decírselo a Kenzie, o pensaría que soy un idiota. Pero no soportaba estar a más de cinco metros del suelo. No me molestaba en lugares cerrados, como edificios, pero si cuando iba a estar suspendido en al aire, en una maquina que ni siquiera parecía segura.
Había desarrollado mi irracional miedo desde aquella vez que nos habían llevado al Empire State con mis padres, y me había quedado viendo el vacío a través de la pequeña reja que había en aquel entonces. Lo único que podía pensar era en lo mal que se sentiría caer por allí.
Y ahora viendo la rueda, en verdad no podía pensar un peor lugar por el cual caerse.
— ¡Hay poca fila!— exclama emocionada caminando hacia el juego.
Miro hacia arriba, y en lo único en que puedo pensar es en estar suspendido en el aire con los pies colgando en el vacío.
— Kenz.— digo deteniéndome.
— ¿Que?— se voltea a verme emocionada.
— ¿No crees que nos caerá mal luego de tanto algodón de azúcar?
Kenz me mira confundida:— No es una montaña rusa Nate, no dará vueltas.
Asiento:— Claro.
Se detiene a mirarme fijamente y sonríe.
— ¿No quieres subir?— examina mi rostro, e intento ocultar que estoy asustado.
— Si, seguro.— miento sonriéndole.
Se ríe:— Prometo que si vomitas no te llamaré Niño Bilis.
Niego con la cabeza y Kenzie me arrastra hacia la gran rueda de la fortuna. Ambos nos subimos, uno junto al otro, y la maquina avanza un poco hacia delante, despegándonos del suelo.
Retengo el aire en mis pulmones e intento mirar hacia un punto fijo en la distancia, mientras Kenz toma una fotografía de la vista y me comenta algunas cosas que, por obvias razones, no oigo.
Intento mantener la calma, y no ver hacia abajo, pero me es más difícil de lo normal. Para cuando lo noto, estamos lejos del suelo, y tengo los pies colgando en el aire. No puedo verlo, pero siento el vacío profundo bajo mis pies.
— Nate.— me llama y volteo mi cabeza para verla.
Tiene la camara en la mano, y me mira confundida.
— ¿Que?
— ¿Te sientes bien?
— Si, claro.— miento mientras miro nuevamente al horizonte.— La vista es muy bonita.
Kenz estira su mano y toma la mía. Ni siquiera había notado que estaba clavando los dedos en el asiento del juego, hasta que lo hizo. Sus manos son suaves, y pequeñas a comparación de las mías, pero entrelaza nuestros dedos y vuelvo a mirarla a los ojos.
— ¿Te dan miedo las alturas?— pregunta con suavidad.
Trago saliva:— Un poco.
— ¿Por qué no me dijiste?— exclama enfadada.
— Porque de verdad querías subir.— le contesto.— Y a mi me gusta verte sonreír, es todo.
Nos quedamos viendo fijamente por un momento que parece eterno, y ella se inclina hacia mi para besarme. Sin embargo, el asiento se mueve y ahogo una exclamación. Kenzie se aleja asustada, y el juego comienza a girar lentamente de nuevo.
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Amor en Instantáneo (SIEMPRE #1)
Novela JuvenilEn la vida de Mackenzie Cass, nada es sencillo. Entre la constante lucha de su hermano contra las adicciones y una madre que ha decidido empezar de nuevo a miles de kilómetros de distancia, Kenzie siente que su mundo se desmorona. Pero hay algo más...