Capítulo 31

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MACKENZIE

Maldito Nate Miller.

No había dejado de pensar en él en toda la semana.

No era algo que hiciese a propósito, sino más bien que mis pensamientos se dirigían a él una y otra vez. Intentaba apartarlo de mi mente, y no lo había conseguido. Al menos no por mas de dos horas consecutivas.

Sus ojos tristes, mientras le decía que no quería estar con él en aquel instante, la habían perseguido durante los últimos tres días. Aquel color celeste cristalino, que en ocasiones lucía un tono algo verdoso, clavado en mi con tanta intensidad.

Me arrepentía de haber sido tan dura con él.

Era algo que solía hacer cuando me sentía algo herida: me apartaba. Como aquellas flores que al tocarlas se retraían. Me sucedía con más frecuencia de la necesaria. No dejaba entrar a mucha gente a mi vida, aunque pareciese que era un libro abierto.

Muy pocas personas me conocían en verdad. En parte porque yo no se los permitía, y en parte porque no existían muchas constantes en mi vida.

Con Nate era diferente.

Me agradaba pasar tiempo con él, y no solo eso, sino que esperaba que llegase el momento de verlo. Como una niña pequeña sentada detrás de la puerta, esperando oír las campanas del hombre que vende helados.

Como era la primera vez que me pasaba, no sabía como manejarlo. Me daba vergüenza charlar estas cosas con mi padre, y mi madre quedaba fuera de la ecuación desde el primer momento.

Así que, luego de estar durante todas mis clases sumergida en la pelea que habían tenido, el timbre por fin sonó. Y me encaminé, con muchísima decisión, a la casa de los Miller. No hizo falta que pasaran unos segundos luego del timbre, que la puerta se abrió.

— Kenzie, cariño.— me saludó Sophie.— Ven, pasa.

Sonreí mientras cerraba la puerta a mis espaldas:— Hola, lamento molestar.

— ¡No eres molestia!— exclamó ofendida.— Jude no está, pero Nate debe estar a punto de llegar. Supongo que has venido para verlo a él.

— Bueno...

— El pobre tenía una cara.— me interrumpe.— No ha tenido que decirme que han discutido, lo he notado yo sola.

— Si, hemos... peleado. Creo.

— ¿Lo crees?

— De hecho, no he venido a hablar con él.— le comento.— Sino contigo.

Sophie se sorprende ante mi repentino acercamiento, y asiente lentamente.

— Bueno, siempre es lindo hablar contigo, pero... ¿De que quieres charlar exactamente?

— Estoy algo... confusa.

— ¿Confusa?

— No se que hacer.— explico mejor.— Quiero estar con Nate, pero cada vez que nos acercamos, algo pasa. Y siento que volvemos a distanciarnos.

Señala el sillón, y nos sentamos:— Ven, cuéntame.

Siento un nudo en la garganta antes de hablar, y por un momento creo que no podré hacerlo. Entonces, las palabras empiezan a salir a borbotones. Le cuento todo lo que ha pasado con Nate, incluso le digo sobre mi enamoramiento con Jude, lo cual hace que abra los ojos como platos.

Me sincero como no lo había hecho en años.

Y se sentía bien, se sentía correcto.

Sophie me escucha con atención y, cuando termino, me observa con una sonrisa. Parece sinceramente feliz por lo que acabo de contar, aunque en mi opinión no sea algo alegre.

Amor en Instantáneo (SIEMPRE #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora