Capítulo 4

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NATHANIEL

   Las ratas, el ponche, las zanahorias y las fiestas de etiqueta. Las cuatro cosas que mas odio en mi vida. Claro que cuando a mi madre se le antoja algo, siempre lo consigue. Y aquí estoy, con una camisa blanca y pantalones color vomito de bebé intentando lucir menos ridículo.

Aunque sabía que mi trabajo como abogado me haría vestirme elegante, eso no quería decir que tuviese que vestirme así todo el tiempo, y menos con colores que claramente no me sentaban bien. Mi madre había insistido en hacer esta ridícula fiesta con algunos amigos y conocidos para volverme a póner en contacto.

Pero yo sabía que apenas si hablaría con ellos. Se que su intención había sido buena, pero yo me escabulliría al balcón cuando tuviese la oportunidad. Lo único que quería era empezar mi pasantía, y olvidar que estaba viviendo de nuevo con mi familia.

  — Oye, ¿Has visto mi...?— pregunta Jude entrando a mi habitación. En cuanto me ve, se echa a reír.— Ay por Dios, te ves ridículo.

— Vete a tomar por culo.— le suelto enfadado.

— No es mi culpa, imbécil.— frunce el ceño.— Además, solamente seremos quince personas.

Abro mis ojos como platos:— ¿Solamente? Oye, hermano, ¿Quien eres?

Se ríe:—Créeme, cuando no tienes a nadie que te ayude a oponerte... es mas fácil darse por vencido.

Y ahí va de vuelta, el eterno reproche. Detesto que me diga eso, porque en cierta forma me sentí mal de dejar a mi hermano de catorce años e irme lejos, pero tuve que hacerlo. La universidad era algo importante, y Jude lo sabía. Y sabía que algún día el también abandonaría el nido sin mirar atrás como yo lo hice, y yo no lo juzgaría por eso.

  — Oye, sabes que te adoro hermano.— Jude forma una media sonrisa.— Me fui unos años y te ataste como un perro a una chica así que, sí, me arrepiento de dejarte solo todo este tiempo.

Los dos reímos y Jude, quien está apoyado en el marco de la puerta, gira su cabeza a su derecha y sonríe. Acto seguido, aparece Mackenzie con un vestido rojo y una sonrisa.

— Tu madre y Kris te buscas.— se gira hacia mi y se ríe.— Santo Dios.

Jude se une a su risa:— ¿Lo ves? Ridículo.

Le dedico una última mirada fulminante y Jude se va hacia la cocina. Mackenzie se queda apoyada en el marco, mirando como intento acomodarme el cuello de la camisa. Han sido suficientes burlas por un día.

— ¿Te ayudo?— pregunta con una sonrisa.

La miro de soslayo:— Puedo solo, mamá.

Aproximadamente estoy un minuto acomodando mi cuello, negado ante ceder o mirarla. Entonces ella se acerca a mi en silencio, y se pone delante. Sus manos van directo a mi cuello, y acomoda rápidamente la camisa. Parece ser que no es la primera vez que lo hace.

Aunque ella no esté observándome, mi mirada baja su labios. Se los ha pintado de un rojo oscuro, y le sienta de maravilla. Sus facciones son muy delicadas, y veo que tiene algunas pecas que le salpican la nariz debido al sol.

  — Veo que sabes lo que haces.— murmuro observando su rostro.

Alza la mirada y sus ojos azules me observan fijo. Creo que ha leído entre líneas lo que he querido decir. Apoya sus manos en mis hombros y suspira, admirando el cuello de mi camisa. Ha hecho un buen trabajo.

De pronto me imagino besándola. Como sus labios rojos mancharían mi rostro, y como la subiría sobre la repisa para seguir haciéndolo. Sus labios se ven realmente tentadores, y hasta creo que lo ha hecho a propósito. Aunque dudo que haya pensado en mi de esa forma, sobre todo por como ha sido nuestro primero encuentro.

Amor en Instantáneo (SIEMPRE #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora