Capítulo 11

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NATHANIEL

   Abro los ojos de a poco y observo la luz entrando por las cortinas de la habitación. No están bien cerradas, y el sol me ha despertado. Detesto cuando eso sucede. Por algún motivo, estaba muy cansado, y sentía el cuerpo más pesado de lo normal. Intento moverme, pero no puedo, algo me detiene.

Entonces bajo la mirada y la veo: Mackenzie. Esta apoyada en mi hombro, su pierna enredada sobre mi, y su mano descansando en mi pecho. Por un segundo mi cerebro procesa lo que sucede, y entonces lo recuerdo: la fiesta. Nos hemos dormido en la misma cama, pero nada ha pasado.

Se encuentra muy dormida, y tiene una gran sonrisa en el rostro. Supongo que se debe a que soy muy cómodo, o que está teniendo un buen sueño. Se ve increíblemente hermosa mientras duerme: su nariz perfecta y respingada adornada con pecas, sus labios rosados y carnosos y su cabello dorado desordenado. Se veía tan bien, que estaba debatiendo internamente si despertarla o no.

Decido entonces quedarme allí, unos segundos, mirándola pacíficamente. Bajo un poco mi cabeza, y huelo su cabello; huele a manzanilla. Huele a ella, al mismo olor de ayer cuando la cargaba ebria. Recuerdo cuando se acerco a mi y me beso en la comisura del labio; yo me había quedado quieto, esperando a que lo hiciera. Esperando un beso que no llegó, claro está. Todavía no estaba muy seguro si estaba jugando conmigo o si en verdad yo le gustaba.

Creo que todo respecto con Jude era muy confuso. En el fondo, tal vez yo le atraía porque le recordaba a mi hermano; aunque en lo único que nos parecíamos era en el apellido. Siempre creí que mi hermano era todo lo que yo no: amable, respetuoso, generoso y bastante crédulo a veces. Yo había crecido bajo su sombra, siendo siempre el travieso o revoltoso, el que no le agradaba la gente y siempre andaba solo.

Y si, era extremadamente popular en la secundaria, pero también estaba muy solo. Beau era mi único amigo de verdad, y nada más: no había tenido novias,  ni más amigos. Me costaba abrirme con las personas, pues temía que no les gustara como era en realidad. Claro que como en el fondo pensaba que era lo peor, siempre actuaba como si fuese el mejor. Y Jude odiaba eso.

Yo siempre hacía cosas para molestarlo de niños, pues yo era tres años mayor casi cuatro, y eso había tenido sus ventajas. Sin embargo, Kenzie no era una de ellas. Me acercaba a ella porque algo me había llamado la atención, porque... ¿Me gustaba? Me sentía un niño diciendo eso. Me gustaba lo difícil, y Mackenzie lo era. En más de un sentido.

Kenzie se mueve y cierro los ojos rápidamente. Jamás admitiría que estaba despierto viéndola como un imbécil. Ella se mueve un poco, y yo dejo mi brazo que se encuentra a su alrededor flojo para que pueda salirse. Me quedo quieto, pero ella no lo hace. Siento su mirada fija en mi, y entonces su mano se mueve hacia mi cabello, y me quita un mechón de cabello del rostro.

El corazón se me va a salir del pecho, y va a mil. No entiendo porque me siento así, pero intento respirar con tranquilidad para que no se me note. Mueve su mano un poco en mi pecho, y la piel se me eriza. Soy un adolescente hormonal de nuevo. Y creo que aunque no hemos tenido sexo, este momento es mucho más intimo que eso. Y entiendo, que no soy el único que se siente distinto con el otro.

Abro los ojos, y ella da un respingo. Sus ojos increíblemente azules me miran y yo le dedico una media sonrisa. Mackenzie se pone nerviosa, porque se aleja de mi y se sienta en la cama, rompiendo el momento.

— Buenos días.— bromeo.— ¿Cómo te sientes?

Asiente y mira la habitación:— Me duele un poco la cabeza, pero bien.

— Me alegra.— digo observando como el vestido se le ha levantado dejando ver un poco de su ropa interior. Corro la vista.— ¿Me veo bonito mientras duermo?

Amor en Instantáneo (SIEMPRE #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora