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Hace algunos años atrás

Lo primero que Jimin vio al abrir los ojos fue una luz o mejor dicho la suma de un millón de luces cegando momentáneamente sus aletargados ojos. Apretó los párpados con dolor, habían pasado horas desde que había visto siquiera un ápice de esta y esto era más de lo que podía soportar.

Como un fulgor cegador que amenazaba con quemarle las retinas. Había ruido, demasiado, como un enjambre de abejas zumbando sobre sus tímpanos; música, risas, voces, bocinas de autos, neumáticos, pasos. Sonidos que deberían serle totalmente naturales al pasar gran parte de su vida viviendo en una gran urbe súper poblada... ahora le parecían extraños.

Eso no podía estar bien, ¿verdad? No le gustaba en absoluto.

Abrió lentamente los ojos, casi con temor y receló, entonces fue recibido nuevamente por un rayo de luz que, lentamente, fue tomando la forma de una gran e imponente masa triangular. Una pirámide conocida y a su vez desconocida para él, un extravagante y brillante edificio conocido como el Casino Luxor.

Jadeó y retrocedió al impacto de su imponente estructura.

Aquella enorme construcción negra destacaba sobre el resplandor acumulado de los miles de negocios y edificios que lo rodeaban, era impresionante e irreal, sin embargo también era una señal clara e inequívoca de donde estaba. Tenía que ser imposible.

Era una jodida locura.

—No —murmuró aturdido.

Mirara donde mirara, los casinos se erguían hacia el cielo bañados en las luces de los cientos de bulbos que adornaban sus brillantes letreros, sus deslumbrantes y cambiantes anuncios, y estrafalarias fachadas.

—Esto no puede... no puede ser.

Quiso dar un paso, pero a donde quiera que tratara de moverse sentía que aquellas impresionantes pantallas digitales y enormes espectaculares le caerían encima, como si se irguieron en toda su resplandeciente luz negándose el paso.

Esta no era la ciudad que conocía, no lo era, ¿verdad?

Contuvo el aliento.

Todas esas luces moradas, ámbar, verdes, azules. Esas palmeras y representaciones de algunos de los lugares más famosos del mundo, como la torre Eiffel y esta atmósfera que los bañaba era distinta a todo lo que hubiera visto antes.

Era una locura, era imposible, tenía que ser imposible, pero esta ciudad, chispeante y cubierta de luz era...

—¿Las Vegas? —su voz fue solo un murmullo que se perdió en el viento. No quería creerlo, no quería, no quería, no quería, maldita sea no, pero...— No... —negó fuertemente con la cabeza.

Tiraba de su cabello con las manos, buscando negar la realidad que se presentaba ante sus ojos. Desesperadamente y con locura, y rió presa de sus nervios, de su confusión irracional.

Tenía que ser un error, tenía que serlo y de pronto la absurda idea de una ilusión óptica se le antojó muy lógica y agradable.

No estaba pasando por un buen momento, había bebido un poco la noche anterior y tal vez el alcohol se le había subido a la cabeza. No era especialmente débil a la bebida, pero siempre había una primera vez para todo, ¿no?

La había y quería que esta lo fuera para él, pero le estaba resultando muy difícil engañarse a sí mismo. Pero podía seguir intentándolo, ¿verdad?

Lo haría.

Y en su frenético tren descarrilado de pensamientos, Jimin hizo un rápido recuento de sus pasos y buscó algo que indicara como demonios había pasado de la comodidad de su departamento a Las Vegas.

Breaking-off [Vminkook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora