¿Quién eres? [hyewon]

09

Kim Lip está en la entrada de la escuela cuando llego. Está hablando con una chica, pero al notar que estoy entrando viene hacía mi inmediatamente. Lleva un vestido ajustado de color negro y una chaqueta de mezclilla para que no se vea tan de fiesta.

Ella se acerca saludando con la mano. Me sonríe como si fuéramos amigas, nunca he tenido ninguna amiga pero estoy segura que ella no lo es. Yo le intento sonreír pero mi rostro lo dice todo, no me encuentro feliz. Quizás sea por ella, quizás sea porque Hyejoo me ha prometido que íbamos a estudiar el día de ayer y me ha dejado plantada, y he intentado estudiar toda la puta tarde para mi prueba de química después de la escuela.

Ella resopla una vez que se encuentra lo bastante cerca, ha notado mi cara de mierda y que ni siquiera me he peinado. Me he puesto unos pantalones de polar y un suéter gigante. Mis zapatillas Nike azules están lejos de ser llamativas- son de hace un millón de años- y creo que se me ha olvidado abrochar mis cordones.

— Bien— dice, finalmente— Sé que estás molesta conmigo.

— Ah si?— pregunto, sarcástica. Ella me da un pequeño golpecito en el hombro, como de cariño, pero mi rostro ni siquiera cambia su facción.

— Perdón, ¿si? Pero, ¿qué querías que hiciera? No sabía que tenías prueba de química justo ese día y además, no es como si fueras a correr más rápido solamente porque yo te acompañe de vuelta— me cruzo de brazos, poniendo atención a lo que ella está diciendo — Ademáaaaas—alarga la palabra, como quedándose sin respiración— No puedes negar que el helado estaba rico.

La quedo mirando. Si. Tiene razón en lo que me está diciendo, no es culpa de ella que no haya llegado a mi prueba, no es como si ella hubiera tenido oportunidad de saberlo, y no podía hacer nada desde donde estaba en el asiento de la heladería. Además, sí que ha estado rico el helado, por más que me cueste admitirlo.

Suelto una risita y asiento.

— Vale, está bien.

— ¡Genial!— dice ella, aplaudiendo contenta. Kim Lip me conduce hasta el patio.

—Debo preguntarte algo— me dice, mientras caminamos. Me pregunto qué será. No tengo nada para contar, ni nada nuevo que haya pasado, así que no sé qué es lo que Kim Lip quiere preguntarme.

De repente actúa como si fuéramos amigas de toda la vida y tuviera que preguntarme por lo que me pasa por obligación.

— ¿Puedo preguntarte algo primero?—le digo yo. Ella asiente.

— Si, si, claro que puedes.

Nos sentamos al lado del árbol donde el martes escondimos nuestras mochilas y nos acomodamos un poco. El pasto está húmedo y hace un poco de frío. Miro el reloj de mi celular; son las ocho y cincuenta minutos de la mañana. Eso quiere decir que quedan diez minutos exactamente para que suene el timbre para entrar a clases.

Mi primera clase es matemáticas. Qué dolor de cabeza.

— Y bien? —me pregunta ella, esperando que yo le comience a hablar.

No quiero que con mi pregunta piense que no quiero ser amiga de ella o algo así, o que me molesta que me hable, pero me mata la curiosidad y me conozco demasiado como para saber que mi mente no se quedará tranquila ni en paz hasta saber de verdad qué es lo que sucede.

— Está bien, aquí va— comienzo yo, como si se tuviera que preparar para lo que estoy a punto de preguntar. Ella mueve las manos incitando a que yo pregunte de una vez— ¿Por qué de la nada es que actúas así?

— ¿Así cómo?— pregunta ella confundida. Busco las palabras en mi mente.

— Como si quisieras ser mi amiga. Nada lo resume mejor que eso.