JACK
La fiesta había terminado por obvias razones. Una ambulancia llegó lo más pronto posible y trasladaron a Punzie al hospital más cercano. Llamaron a mis padres y a los Arendelle para darles la trágica noticia.
Elsa se había ofrecido a acompañar a Punzie en la ambulancia, mientras que Hiccup y yo las alcanzamos en el auto. Ninguno habló en todo el camino. Estábamos destrozados por dentro. De hecho, creo que el que más ha llorado de nosotros ha sido Hiccup.
Enviaron a Punzie a urgencias y nos invitaron a esperar en la sala de espera. Mis padres no tardaron en llegar junto con los señores Arendelle. El doctor fue quien les explico todo. Llevábamos dos horas esperando afuera.
En cuando vi las lágrimas de mi madre y el rostro desilusionado de mi padre, sentí que me faltaba la respiración. Ellos siempre han querido a Punzie como hija propia.
—Señor Arendelle. Señora Arendelle. Yo... lo siento mucho. —se disculpa Hiccup con la voz entrecortada.
—Cielo, no ha sido tu culpa —mi madre lo abraza— Cuidar de ella no era tu responsabilidad. Tu fuiste a la fiesta para divertirte.
—¿Cómo está? ¿Les han dicho algo? —pregunta el señor Arendelle.
—Hemos esperado por dos horas y aún no nos dejan entrar a verla. —expliqué.
—¿Qué pasó realmente?
—Ha sido un accidente —dice Hiccup— Los testigos dicen que Punzie iba caminando por la orilla de la piscina tambaleante, y cayó en una mala posición. Eso hizo que su cabeza rebotara contra la orilla y...
—Se le abrió. —terminé. —Toda la parte de atrás estaba llena de sangre.
Mi madre se lleva una mano a la boca y mi padre le pone una mano en el hombro.
—Ella... no podría morir, ¿verdad? —pregunta Hiccup con ojos llorosos— Quiero decir... el golpe no fue tan grave...
—Mi amor, eso queremos pensar. —dice la señora Arendelle— Pero no sabemos que tan fuerte ha sido el golpe.
—Habrá que esperar noticias de los doctores. Están haciendo todo lo posible.
Nuestros padres toman asiento para hablar de lo sucedido. Hiccup apoya su cabeza en el hombro de Astrid mientras ella lo consuela, diciéndole que todo estará bien.
Me acerco a la vitrina de la habitación de Punzie para poder verla por fuera. Sigue con los ojos cerrados y tiene la cabeza vendada. Sin embargo, una figura aparece en reflejo del vidrio.
Elsa.
Está a mis espaldas. Parece que quiere acercarse a mi. Tiene dos vasos de café en la mano y creo que no se ha dado cuenta que la estoy mirando a través de la vitrina. Es inevitable reírme un poco cuando la veo haciendo muecas, debatiendo si acercarse a mi o no.
Cuando veo que se da la vuelta para irse, la alcanzo y me paro frente a ella. Tomo uno de los vasos de café y le doy un sorbo.
—Americano con leche. —le digo— Sigues recordando cuál es mi café favorito.
—No... no era para ti. —hace un ademán de quitármelo pero no la dejo. —Jack.
—Elsa.
—Era para mi padre. —miente.
—Tu padre se ha quedado dormido, pero puedo tomar su lugar. —le sonrío un poco.
—¿Cómo está Punzie? —se rasca la nuca, nerviosa.
—Inconsciente, con un montón de cables en los brazos y una venda en la cabeza —suspiro— Supongo que ha estado mejor.
—Han pasado muchas horas como para que aún no despierte. —dice y veo que le tiemblan los labios.
ESTÁS LEYENDO
Nuestra Tregua Romántica | Jelsa (Libro 2)
RomanceSEGUNDO LIBRO | NUESTROS CAMINOS La manipulación es la clave para que Jack conozca a una chica totalmente diferente a su ex novia, tan llena de buenos sentimientos y siempre contagiando su felicidad a los demás. Cualquier chica hubiese estado feliz...