Capítulo 38: El amigo

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NARRA LA AUTORA

Hunter corre la silla de la mesa para que Elsa se siente y ella le agradece con una sonrisa.

El restaurante tiene un toque vintage, con diversas plantas que cuelgan del techo y el olor a café es bastante fuerte. Las mesas y sillas son artesanales y ofrecen charolas de quesos y carnes frías como entrada.

¡Esto es divino! —exclama Elsa— ¿Cómo encontraste este lugar?

—Le platiqué a mi familia que conocí a una hermosa chica —Hunter toma su mano— Y me recomendaron este lugar para traerte.

—¿Le has hablado a tu familia de mi?

—Claro. Una chica como tú, no puede pasar desapercibida.

—Lo bueno que iremos a la fiesta en el yate para que pueda conocer a todos en persona— comenta Elsa— Sobre todo a tu hermanastra, ¿cómo dices que se llama?

—Gina... —murmura Hunter, como si no quisiera hablar de ella— Pero no es muy importante que la conozcas.

—Ay, pero yo quiero hacerme su amiga —protesta Elsa— Podría darle algunos tips de moda.

—No le gusta la moda.

—Oh.

Elsa decide dejar de hablar del tema. No parece que Hunter se lleve muy bien con su hermanastra. ¿Estarán teniendo problemas o algo así?

—¿Gusta un canapé, señorita? —ofrece a Elsa un mesero que pasaba.

Elsa observa el plato lleno de canapés de Hunter y decide tomar uno, esforzándose por no vomitar. Odia los canapés con toda su alma y espíritu.

—Seguro —Elsa agarra uno— Son deliciosos, ¿verdad?

—¿Te gustan los canapés? —pregunta Hunter.

—Por Dios, me encantan —se ofende— Son las carnes más ricas del mundo.

—El canapé no es carne, es marisco. —empieza a reír.

—Ya sabía, solo estaba jugando. —Elsa suelta una risa estúpida.

—Es raro, Jack me había dicho que odiabas todo lo relacionado con los mariscos.

—¿Y de pronto le crees todo a Jack?

Parece ofenderle aquel comentario, porque Hunter deja de mirar a Elsa y se concentra en su plato.

—No pretendería ofenderte —se disculpa Elsa— Quise decir que Jack no tiene idea de la vida. Ni siquiera sabe cómo caminar con una buena postura.

—Jack no es modelo para saber eso, Elsa. —sonríe, divertido.

—Tampoco es para que camine como si fuese descendiente del mono. —Elsa enrolla su tenedor en la pasta— Aunque tiene un gran parecido.

—Yo sabía que era bueno en el fútbol, pero no sabía que también lo era en tenis y en golf.

—Ah... ¿han jugado todo eso?

—Me invitó la otra vez a jugar, y de ahí fuimos por unas bebidas. Nos sentimos como unas señoras yendo a desayunar.

—Así que son grandes amigos. —Elsa fuerza una sonrisa— Suena emocionante.

—La verdad es que se ha portado muy bien conmigo, a pesar de la historia que ustedes tengan.

Elsa carraspea fuertemente su garganta y se limpia con su servilleta de tela.

—¿Podrías disculparme un momento? —se excusa Elsa— Tengo que... hacer... lo que funcione como excusa para escapar.

—¿Cómo?

Nuestra Tregua Romántica | Jelsa (Libro 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora