Capítulo 20: El reto

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ELSA

Le doy un vistazo a la sala y no veo a nadie, salvo la mochila deportiva de Hiccup. Agarro un plátano de la barra del comedor y le voy quitando la cáscara poco a poco, hasta que mis ojos se cruzan con algo inesperado.

Jack aparece en la sala con su celular en la mano. Me escondo detrás de una pared con mi plátano en mano, y al parecer no se ha dado cuenta de que lo estoy observando. Pero eso no es todo... está quitándose la camisa. Puedo ver claramente sus abdominales marcados y debo pasarme una mano por la boca para comprobar que no babeaba.

Se gira hacia la ventana, dándome la vista completa de su espalda y su culo. Espero a que se quite el pantalón, pero no sucede.

Me siento como una pervertida.

No sé qué tanto teclea en su celular, pero para matar el tiempo, me pongo a contemplar su cuerpo esculpido por los dioses.

Mi celular vibra con un mensaje. Suerte que lo tengo silenciado.

JACK: ¿Te gusta lo que ves, pervertida?

Arrugo la frente y cuando levanto la vista, me doy cuenta que Jack me está mirando con una sonrisa pícara. Y aún sigue sin camisa...

—¿Qué te sucede? —le lanzo la cáscara de mi plátano y él consigue atraparla en el aire.

—No soy de comer mucho potasio, pero gracias por preocuparte. —agarra la cáscara entre sus dedos y la tira al bote de basura.

—¿Por qué nadie me avisó que estarías aquí? —pregunté— ¿Qué les cuesta mandarme un mensaje?

—Recién te mandé uno, y que yo recuerde, no has contestado la pregunta.

—¡No te estaba mirando! —aparto la vista de su cuerpo.

—¿Y por qué estabas escondida?

—Antes de hacer nada, ponte una camisa y responderé todo lo que quieras.

—Pero ya me has visto sin camisa —se encoge de hombros— Oye, ¿sabías que puedo mover los pezones?

—¡Póntela o te la pongo!

—Bueno —sonríe, divertido— Pónmela tu, entonces.

Me acerco a él sin protestar y me planto justo delante de sus ojos. Le estiro los brazos como si fuese un bebé, tomo la playera que estaba en el sillón y la paso con cuidado por su brazos. Hago mi mayor esfuerzo por no desviar mis ojos más abajo, pero no quiero delatarme.

—Eres igual que un niño pequeño. —me quejo, terminando de ponerle la playera.

—¿Igual de inutil o igual de tierno?

Se me escapa una pequeña sonrisa y niego con la cabeza.

—Ambas. Solo sabes comer y joder.

Suelta un eructo sin vergüenza y yo arrugo la nariz

—Y eso también.

Me devuelve la sonrisa y debo abanicarme la cara con las manos para no sentir calor frente a él.

—¿Y a que se debe tu molesta presencia, Arendelle? —me pregunta, alejándose un poco.

—Yo debería hacerte esta pregunta. Tu eres el que está en mi casa.

—Solo viniste a la sala porque Lucy te dijo que había llegado.

—¿Cómo lo...? —pregunto— ¿Estuviste escuchando mi conversación con mi sirvienta?

—Parte de ella. Mi parte favorita fue el momento en que te echó en cara que ella hacía tus tareas y tú no hacías nada.

—¡Me estaba ayudando! —rugí— ¡Y yo no tengo por qué darte explicaciones de nada!

Nuestra Tregua Romántica | Jelsa (Libro 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora