Capítulo 46: La llamada

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NARRA LA AUTORA

¿Gané la apuesta o qué? —Jack va directo al grano— Puedes decirle a Lucy que empiece mañana.

—No me parece divertido, Jack.

—¿El qué? ¿Tu clon? ¿Mi clon? ¿O lo parecidos que son nuestros planes?

—Todo. No sé si tú madre te dio el mismo consejo que a mi, pero...

—Espera, ¿qué? —Jack frunce el ceño— ¿Le pediste consejo a mi madre para atacarme?

—Sí, y déjame decirte que me fue bastante bien porque ha funcionado.

—Me alegro por ti. Tu padre también es muy inteligente planeando este tipo de cosas.

—¿Mi padre? —Elsa apenas murmura— ¿Te has aliado con mi padre?

—Él se ha aliado conmigo. —sonríe Jack.

—Esto es repugnante —se indigna— ¿Te crees que me ha gustado Jay en lo más mínimo?

—Se parece a mi, ¿no?

—La apuesta era que me gustara, no que me decepcionara.

Jack se lleva una mano a su corazón y se apoya del hombro de Elsa, fingiendo caerse para hacerse el ofendido. Le da un manotazo. Algunas personas con antifaces los miran raro y Elsa les devuelvo la mirada fea.

—Ambos sabemos que a quien tú quieres es a mi, así que una doble me parecía la mejor opción. —opina Elsa.

—Incluso en eso pensamos igual.

—Bien, porque si se trata del Jack original, no dudo que terminara por acabar con mi paciencia.

Jack mira a Elsa, molesto.

—Nueva pregunta, ¿tú crees que la nueva Elsa tendrá todo lo que me gustó del modelo viejo?

Elsa le da un golpe a Jack con su bolso.

—Yo no soy ninguna copia, mucho menos vieja.

—Tienes razón. Solo eres de segunda mano.

Elsa decide omitir aquel comentario.

—¿La apuesta sigue en pie?

—Eso, a menos que decidas rendirte. —reitera Jack.

—Voy a enterrar mi propio cuerpo a veinte metros bajo tierra antes de que pase eso.

A Jack le sorprende la perseverancia de la chica. Elsa decide terminar la conversación y se va en busca de Elizabeth y Jay, ya que los habían dejado mucho tiempo solos. Jack la acompaña y va tras ella.

—¿Dónde se han metido?

—Supongo que en algún callejón para enrollarse como gatos.

—Lo que solíamos hacer en nuestros tiempos de pena ajena, ¿no?

—Muy graciosa.

Se detienen enseguida al ver a Elizabeth apoyada en una pared, besando suavemente a Jay. Sus dedos se entrelazan en el cabello del chico y el le sujeta la cintura para profundizar el beso.

—Menuda experiencia corporal. —Jack finge ver a otro lado.

—¿Pero cómo pueden...? ¡Oigan! —Elsa les aplaude casi casi en las narices— ¡Expliquen esto!

Jay se limpia un poco el labio inferior y Elizabeth enrojece un poco.

—Después de que se fueron, Eli y yo empezamos a hablar... —empieza Jay.

Nuestra Tregua Romántica | Jelsa (Libro 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora