Capítulo 32: La guerra

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ELSA

Agarro del codo a Hiccup para que no caiga con tremendo perro guiándolo. Sostiene su correa con fuerza, pero siento que en cualquier momento, se va a resbalar.

—No se me da esto de los perros. —dice Hiccup una vez que Dobby se relaja mas al caminar.

—Tal vez porque la primera reacción que el perro tuvo de ti, fue morderte el tobillo.

—¿Tu crees?

—Si tanto odias a Dobby, ¿para qué lo has traído a pasear?

—Porque Punzie me lo encargó mientras ella resolvía algo de su sesión de fotos y...

—Y no sabes cómo decirle que no. Ya lo sé. —bufé— La verdadera pregunta es, ¿qué hago yo aquí?

—Acompañando al mejor hermano del mundo a pasear al adorable perrito de su novia.

Dobby se gira hacia Hiccup y le enseña los dientes al gruñir. Mi hermano se echa para atrás.

—¡No gruñas! —le ordena Hiccup.

Dobby gruñe más fuerte.

—¡Que no! ¡Perro malo!

Dobby hace un ademán de querer subirse a Hiccup, pero él me pasa la correa a mi.

—Llévalo tu, hermanita. —sonríe como un angelito.

—Cobarde.

Seguimos caminando un poco más, cuando percibo un mal olor en el ambiente.

—Algo huele mal. —es lo que digo.

—¿Por qué? Hemos seguido las indicaciones de Punzie.

—No, algo literalmente huele mal.

Hiccup se huele ambas axilas y se encoge de hombros.

—Según yo, sí me bañé hoy.

—Y fue porque yo te lo recordé. —intento no reír, pero mi sonrisa se borra cuando veo la gota de sudor en la frente de Hiccup— Oh, no.

—¿Qué?

—Dime que no has pisado en el mismo lugar donde Dobby cagó. —me cubro el rostro con ambas manos.

Hiccup se revisa la suela de cada zapato con temor, y yo prefiero mirar hacia otro lado.

—Te diré que no si eso es lo que quieres escuchar... —murmuró.

—Eres un idiota, Hiccup.

Dobby ladra y mueve su colita. Me inclino para acariciarlo un poco y recibo un lametón de su parte.

—¿Ves? Hasta Dobby está de acuerdo conmigo.

—Yo nunca tomaré en cuenta la opinión de Dobby ni aunque tenga que morir en el intento. —dice Hiccup y Dobby empieza a ladrar.

—Ve a limpiarte ese zapato, anda. —le digo a mi hermano.

Hiccup dobla los ojos como niño pequeño y le paso la correa del perro.

—Y llévalo contigo. —le guiño un ojo para burlarme.

—No voy a esperar a que esa cosa me ataque, mientras me mira limpiándome su caca del zapato.

—Anda, sera como estrechar lazos.

—Con la mascota de mi novia —dice y lo hace sonar ridiculo— Mierda, me siento en uno de esos casos donde debo impresionar al suegro.

—Impresiónalo dándole algunas caricias.

Hiccup recibe la correa como si le fuese a quemar la mano, y se aleja con Dobby moviendo su colita.

Nuestra Tregua Romántica | Jelsa (Libro 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora