Capítulo 3: Enemistad

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ELSA

—Hoy he traído un nuevo tema para poder ensayar. —me paseo de un lado a otro. Las chicas del equipo de animadoras tenían su atención en mi.

Una chica levanta la mano y yo golpeo mi frente frustrada.

—¡No he abierto el espacio para dudas! —me quejo y sigue con la mano levantada, —¿te lo deletreo o sigues el movimiento de mis labios?

—Lo siento, ¿pero puedo ir al baño? — murmura en voz baja.

—No, —continúo, —Como les decía, he traído un nuevo tema para ensayar. Estuve considerando y siento que el tema de la final de fútbol estuvo muy poco eufórico...

Otra chica del fondo levanta la mano.

—¿A tu vejiga también se le antojó explotar ahora? —inquiero y escucho risas de fondo.

—Es una duda, —dice, —¿No hay una encargada para elegir los temas que usamos para ensayar?

—Bueno, sí, —miro mal a Ariel, quien era la encargada de ese tema, —pero cierta pelirroja anotó todos los temas en su celular, y este fin de semana se le ha caído al agua, ¿adivinen gracias a quien nos hemos quedado sin canciones?

Todas miran a Ariel y empiezan a susurras barbaridades entre ellas. Ella solo se mira la cutícula de las uñas sin importancia.

—Hubo una canción en especial que me gustó mucho para usarla en los entrenamientos, pero como soy una líder muy inclusiva, —sonrío como angelito, —también estoy abierta a opciones.

Una rubia con aspecto de víbora, levanta la mano y le concedo la palabra.

—Podíamos bailar Diamonds de Rihanna. — propone y yo busco la canción en mi celular.

Empiezo a reproducirla y todas escuchamos atentas, pero después de haber escuchado los primeros cincuenta segundos, le pongo pausa y suelto un largo suspiro.

—¡No, no, no! —cubro mi cara con las manos, —¿Queremos bailar o cortarnos las venas mientras lo hacemos? Después de escuchar esta basura, solo me surgen ganas de tirarme de un avión sin paracaídas.

Empiezan a reír por mi comentario y otra de las chicas levanta la mano.

—Tú. —la señalo.

—Tal vez...uhm...Sledgehammer de Fifth Harmony. —dice y reproduzco la canción.

Empieza a sonar la melodía en las bocinas del campo donde practicamos y todas escuchamos. Los primeros segundos empiezan a gustarme, hasta que llega la parte antes del coro. Quito la canción y empiezo a desesperarme.

—No, a ver, no están entendiendo como es la dinámica, —las encaro, —Con esta canción, parecerá que bailamos para un comercial de pasta dental. Además, este grupo está muerto desde que se separó.

Más risas de fondo. Nunca me puse a pensar que tan graciosos eran mis comentarios o mi forma de pensar.

—Terminamos por hoy, porque una canción más que suene y terminaré por aventarme a una alberca sin agua, —me pasan una botella de agua y la recibo, —Fuera de mi vista todas.

Las chicas se ponen de pie y empiezan a recoger sus cosas. Doy una ojeada por todo el campo y no consigo ver a la chica que busco desde la mañana.

—Jazmín. —llamo a una de mis amigas antes de que se vaya.

—¿Sí?

—¿Has visto a Punzie? ¿Por qué ha faltado a la práctica?

—Oh, creo que se ha fugado de clases con tu hermano. —lo piensa por un momento y sonríe pícaramente, —O tal vez era otro chico y vi mal, no lo sé.

Me inclino hacia ella y sonrío falsamente.

—Nunca conseguirás que mi hermano y mi mejor amiga terminen, así que déjate de mentiras.

—¡Bien! ¡Si era tu hermano el que estaba con ella! —dice, —Tal vez solo te esté evitando y por eso no vino.

Suelto una carcajada sonora, —Mi mejor amiga nunca me evitaría, y menos por tonterías que no le afectan.

—Pues lastimaste a su primo, y Jack es como un hermano para ella. No tienes mucho que decir en tu defensa y tampoco lo llamaría una tontería. — se encoge de hombros, y antes de que pueda decir otra cosa, desaparece por la puerta.

Gruño frustrada y recojo mis cosas de mala gana. Miro la botella de agua que tomaba y recuerdo a Punzie que siempre me lanzaba las botellas y yo las atrapaba en el aire para beber como si no hubiese un mañana.

Joder, cuánto la extraño.

Me doy la vuelta para irme y alguien pasa a mi lado empujándome por el hombro.

—¡Fíjate, inútil! —empujo a la persona por el pecho y me doy cuenta que Anna me mira con una sonrisa burlona, lo cual hace que me enfade aun más. —Vaya, tú si que no puedes estar despegada de mi ni un segundo, ¿eh?

—Ya decía que algo le faltaba a esta escuela en estas últimas semanas, —me mira de pies a cabeza, —El insecto que no hace más que apartar y joderles la vida a todos.

Empiezo a reír y miro hacia el cielo.

—No te esponjes, hay maneras más sutiles de describirte, —me cruzo de brazos, —y si es así, no entiendo qué haces aún aquí.

—Estaba pensando las cosas, —finge lástima. —¿Cómo crees que debería llamarte? ¿La reina de la escuela? ¿O directamente te corono como farsa?

—¿Quieres saber lo que creo? —me inclino hacia ella, —Creo que deberías dejar esas mascarillas baratas que tanto usas. Ya no sé si mirarte a los ojos, o simplemente mirar el grano que está en medio de ellos.

Anna se lleva la mano en medio de los ojos como si quisiera tapar el supuesto grano.

Ridícula, ni siquiera tiene nada.

—Ahora si me disculpas, iré a buscar a mi mejor amiga. —la esquivo pero su voz me detiene.

—Ten cuidado, escuché por ahí que está resentida contigo. —finge puchero, —No la puedo culpar, yo me sentiría igual si me llegara a enterar de que una cualquiera le rompió el corazón a mi primo.

—No te atrevas a llamarme de ese modo, —la encaro, —Ni siquiera estás al tanto de lo que en realidad pasa como para juzgar.

—Toda la escuela lo sabe. —dice, —"La loca sufrió una corta depresión porque Jack Frost la botó, cuando a él ni siquiera le importa si sigue viva o no."

Sus palabras me duelen, a pesar de que no sé si sea cierto lo que dice.

—Es triste que no le importes a la persona que amas, ¿verdad? —sonríe pero yo no me dejo pisotear.

—No sé, eres tú la que tiene más experiencia en este tipo de casos. —le sonrío de nuevo, —La única diferencia es que Jack y yo terminamos por un malentendido, y él te terminó a ti por ofrecida.

Abre la boca para hablar pero las palabras no le salen. Me siento victoriosa de nuevo.

—Ojalá no te haya pisado el ego, linda. —le guiño un ojo y me alejo de aquella escoria.

Nuestra Tregua Romántica | Jelsa (Libro 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora