Epílogo

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Seis años después...

ELSA

Observo por un largo rato la lapida tallada con el nombre de Anna Snow. Me limpio la nariz con un pañuelo y empiezo a hablar en voz alta.

—Han pasado seis años desde que te fuiste y todos seguimos extrañándote. El funeral fue la parte más dolorosa de todo el asunto —le digo a la lápida— De haber sabido que te irías tan pronto, me hubiese esforzado más en intentar sacarte canas verdes.

Me río un poco.

—Sé que tengo que aprender a dejarte ir, y es lo que planeo hacer de ahora en adelante. Esta es la última visita que voy a hacerte una visita al cementerio, pero eso no significa que voy a borrar el recuerdo que tenemos de siendo dos adolescentes ingenuas que se jalaban los cabellos en pleno pasillo de St. Juliard.

Una lágrima se desliza por mi mejilla. Me inclino a dejarle la flor amarilla que le he comprado y acaricio la lápida por inercia.

—Nunca te lo dije, pero más vale tarde que nunca. —le digo para despedirme— Te quiero, Anna. Descansa en paz.

—¡Señorita Elsa! ¡La llaman de su trabajo! —me llama Lucy desde el interior de la limusina.

—¡Que se esperen!

Sigo teniendo el mismo carácter de mierda de siempre. Me doy la vuelta y subo a la limo. Voy discutiendo con Lucy sobre algunos diseños que llevaba pensando, pero en menos de lo que esperaba, llegamos al trabajo.

—Lleva a Lucy a casa, Joey. —le digo al chofer antes de bajarme.

—¿A la casa de sus padres o a la de usted?

—A la mía.

Me bajo del auto y entro al edificio. Aún me cuesta bastante caminar por el enorme vientre que tengo.

Estoy embarazada de ocho meses. Va a ser una niña. Ni siquiera ha nacido y ya ansío por tenerla en mis brazos.

Subo al ascensor que me llevará directo al piso donde están todos los que trabajan para mi compañía de diseños de moda. Todos los empleados se mueven de un lado a otro, apurados.

—¿Dónde está mi mano derecha favorita? —pregunto en general y todos señalan a Flynn al final del pasillo, cargando dos cafés de Starbucks.

—Solo tienes una mano derecha y ese soy yo. —dice y me entrega el café.

—¿Sin azúcar?

—Y con un chorrito de leche, como te gusta.

—Me encanta lo bien que me conoces, Rider. —empiezo a caminar y me sigue— ¿Y los vestidos que te pedí?

—Las modelos se las están probando. Estaba pensando en contratar también a modelos hombres, ¿que te parece?

—Mientras modelen ropa interior, estaré encantada de recibirlos.

—Ropa interior será. —termina de anotar lo que le digo en unas hojas.

Abro la puerta de donde proviene todo el relajo. Las costureras apurándose con mis diseños. Modelos en ropa interior arreglándose para el evento de esta noche. Cintas métricas y plumas.

Nuestra Tregua Romántica | Jelsa (Libro 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora