❊ D o s ❊

6.7K 695 154
                                    

✧・゚: *✧・゚:*✧・゚: *✧・゚:*✧・゚: *✧・゚

Tal cual había dicho la señora, esa noche Zenitsu había puesto bien las cortinas para que no se notara nada en el interior. Se quedó sentado en la incómoda cama, escuchando el ruido que provocaban las pisadas de los soldados observando todo el lugar. Ya que era algo parecido a un hotel, los soldados no podían entrar para invadir la privacidad de quienes estaban allí, así que podía quedarse tranquilo. Aún así, no sabía la razón por la cual su corazón se movía tan salvaje dentro de si. Lo atribuyó a la sensación de saber que quizás Muzan ya había descubierto su casa vacía y se podría haber aproximado al pueblo. Movió sus manos con nerviosismo, cerrando sus ojos. Podía escuchar con claridad las conversaciones cortas que tenían los soldados con algunos de los habitantes del pueblo, preguntando por gente que haya llegado del bosque. Para su buena suerte y coincidencia, nadie se había percatado de él. Había sido buena idea pintarse el cabello con una crema natural de color castaño mediante bajaba la colina. El rubio posiblemente le hubiese traído problemas.

Al no escucharlos cerca, abrió sus ojos y se acostó en la cama. Iba a dormirse.

A la mañana siguiente despertó con mejores ánimos. Salió de la habitación cuando se arregló un poco el cabello y la ropa, bajando las débiles escaleras que rechinaban al poner el pie. Notó a la señora de la tarde anterior y ella sonrió al verlo.

—Buenos días, muchacho.

—Buenos días, señora. ¿Se encuentra bien?

—Me encuentro en excelentes condiciones, muchacho. ¿Qué hará?

Dudó, pero le dijo.

—Voy a ver si hay algún lugar para comer, estoy hambriento, ¿conoce usted de alguno?

La mujer asintió. Se recogió el cabello negro en una dona.

—Cerca hay uno. Lo sigues directo y tiene un cartel muy grande donde dice algo de una cafetería.

—Gracias, y también gracias por dejarme pasar la noche aquí.

—No es nada. Vaya con cuidado.

Zenitsu agarró mejor sus cosas, tocando la puerta con la palma de su mano y le sonrió a la fémina. Al poner un pie fuera, justo uno afuera, sintió que su cuerpo se paralizaba. Un sonido extraño que brotó fuerte en sus oídos le hizo girar la cabeza justamente hacia el lado izquierdo. Su campo de visión se saturó violento y brusco de unos ojos rosados y fríos que no le permitieron pensar. Pudo oler su aroma a limón tan agrio que tuvo que aguantar su respiración por unos instantes.

A su lado, la gigante presencia de Muzan Kibutsuji se alzaba como un rascacielos. Tenía su típica ropa extraña y de buena calidad. El sombrero blanco feo que tanto le disgustaba.

—Zenitsu —susurró, serio como acostumbraba. Todo el cuerpo del omega se tensó. Sus nervios parecían explotar de forma constante y sintió que se enfriaba. Su omega comenzó a gritar por auxilio de tal forma que le dolió la cabeza. Sus gritos eran tan dolorosos que incluso sintió algo extraño en su garganta—. ¿Y Tanjiro? ¿Dónde está?

La gente del pueblo pronto se quedaron mirando escondidos aquello que estaba pasando. Conocían por completo a Muzan, en realidad no les caía mal, pero su fuerte olor agrio no era muy agradable al olfato y su conocida experiencia con las guerras, la milicia y los asesinatos provocaba terror colectivo. Zenitsu tenía los ojos bien abiertos y movió su boca unas veces.

—M-Muzan... —susurró, tanto que sólo pudo escucharse él mismo. No pensaba que se lo iba a encontrar justo allí. El hombre mantuvo silencio, pero su mirada pesada seguía en su cuerpo. Aquellos ojos rosados le provocaban náuseas. Se puso más pálido de lo que era.

El Harén ❊UzuZen❊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora