✧༺V e i n t i n u e v e༻✧

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A pesar de lo sucedido con Kaigaku y aquellos pensamientos acerca de lo que ahora le iba a tocar como omega marcado y casado cuando antes no quería, en realidad el rubio tenía otros asuntos que le parecían más importantes, por ejemplo el principal era que estaba más enfocado en su vientre que en pensar sobre Tanjiro y Nezuko. Sabía que era muy obvio. Los demás últimamente habían notado su preocupación y ese olor leve a feromonas agrias por donde caminaba. Varias veces en el día se detenía y olfateaba su abdomen en búsqueda de un olor que él mismo no reconocía, pero que su instinto dictaría lo que permanecía en espera.

Estar en cinta.

Justo como ahora. Mientras los demás comían a él le llegó el instinto y pensamiento de oler su vientre. No lo pudo evitar, así que lo puso en práctica como había hecho antes. Uzui le observó curioso de reojo antes de volver a la comida y escuchar a las chicas hablar, pero sin quitar la vista de su persona. Él volvió a olfatear. Bajó su cabeza y se halló con la mirada fija en su abdomen cubierto por la ropa. Olió y olió con desesperación. Su omega buscaba algo que él no encontraba. Un bebé.

Chilló.

Sintió en menos de un segundo la mano del alfa en sus cabellos y alzó la mirada para verlo. De pronto se hallaron sumergidos en un silencio un poco tenso e incómodo. Ellas le miraban con expectativa y él sólo se dedicó a seguir con la nariz atenta a cualquier indicio a un aroma distinto. No sabía porqué estaba tan desesperado ni porque sentía que se le hacía tarde cuando él no deseaba tener hijos. Volvió a mirar su vientre.

—¿No huele nada? —preguntó con cierta pizca de lo que pareció ser desilusión.

Uzui se acercó y también hizo aquello que tanto él comenzaba a hacer.

—Amor dale tiempo. Seguro que se está formando.

Hizo un puchero sin ser consciente. Le daría un poco más de tiempo. Sólo un poco.

Fue una mañana luego de algún tiempo donde, cuando abrió sus ojos, le llegó a la nariz un leve aroma extraño que no le pertenecía a él. Su cuerpo se tensó de inmediato cuando se alzó en sus codos esa mañana donde los pájaros graznaban y el sol apenas lograba entrar a través de las ventanas de sus aposentos. Observó que Kanna se acercaba a él con una sonrisa. Entonces miró su abdomen.

—¿Ese olor...? —preguntó esperanzado. Ella sonrió con cariño.

—Felicidades señor. Está en cinta.

Sintió sus ojos llenarse de lágrimas de inmediato cuando Kanna se lo confirmó. Por fin. Por fin tenía un hijo en su vientre. Una fuerte sensación a alegría le hizo reír mientras lloraba sin saber la razón. Su omega revoloteó en su interior contento con la llegada de un nuevo y primer ser. Lloró tanto en aquellos suaves brazos de la mujer que escuchó a la lejanía luego de algunos minutos a Tengen a su lado. Se separó del cuerpo de la beta. Abrió sus ojos borrosos y observó al alfa quien preocupado le miraba. Sus mujeres estaban detrás, curiosas.

—¿Zenitsu? ¿Qué pasó?

Paseó su tacto por su vientre con una pequeña sonrisa.

—¿Hueles algo?

El alfa lo hizo sólo una vez antes de darle una segunda confirmación con una expresión estoica en el rostro que le hizo sudar frío de repente. ¿Acaso era que Uzui no deseaba tener hijos? ¿Acaso pensaba que él no era el indicado para llevarlo como primogénito? Le vio mirarlo por unos minutos con seriedad antes de sollozar y abrazarlo con fuerza. Se halló atónito ante eso, pero cuando escuchó que estaba feliz de ser padre fue que el también sintió sus labios temblar antes de echarse a llorar.

El Harén ❊UzuZen❊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora