Cincuenta y seis.

836 104 16
                                    

Se detuvo. Inclinó su cuerpo unos grados antes de regresar a su posición.

—Buenos días, su Majestad.

—Buenos días, cuarto cónyuge.

Era evidente que estaba más que incómodo. A pesar de las palabras que le había informado a su esposo, Uzui parecía tener otros planes en mente, como por ejemplo, dejar que su hermano diera con él las veces que salía de sus aposentos. Tener que verlo tantas veces era, para su imaginación, un mal augurio que no le cuadraba. Había algo que le molestaba demasiado y no tenía idea de qué era, sin embargo, si Uzui le había dicho que estaría bien, Zenitsu intentaría no tomarle mucha atención. Aunque no lo había deseado, en esos instantes confiaba en plenitud sobre las palabras de Uzui y deseaba hacer caso sobre ellas por un presentimiento que tenía. La sonrisa del hombre dirigida hacia su persona le causó escalofríos, no sólo seguro a él, sino que de igual manera, quizás, Kanna estaría en una condición similar.

Su aroma a arándanos se percibió poco a poco, tan fuerte y dulce que le mareó unos segundos. Tal vez estaba más sensible por la cuestión del embarazo.

—Últimamente nos hemos encontrado bastante —dijo. Recordaba bien los encuentros en el interior del palacio, en el edificio principal, en los paseos matutinos que daba por las mañanas, cerca de sus aposentos y en el jardín. Parecía que ese alfa estaba en todos lados.

—Puede ser que este lugar es muy pequeño para que nos podamos encontrar a diario.

—Mmm, tal vez —susurró.

—O puede que sea —se acercó poco a poco. Mantuvo una postura rígida que intentaba verse normal— que el destino desea que estemos cerca.

Desconfió de sus palabras de inmediato. La manera en como después de eso agarró sus manos le sorprendió porque era consciente de que a pesar de que se había casado con alguien de la dinastía, las clases sociales seguían siendo algo que recordaba con personas que no fueran su esposo. El tocar a alguien, un alfa, con tan alto rango era peligroso. En realidad no sabía que esperar de las situaciones que se suscitaban dentro de los pasillos del palacio. Su corazón dio un vuelco dentro de su pecho. Estaba nervioso.

Buscó quitar sus manos y consiguió una pequeña fuga, por donde pasó su tacto. Escondió con rapidez sus manos debajo de su grueso ropaje que escondía bien su vientre hinchado. Observó al hombre escéptico.

—Parece ser que el destino desea que nos encontremos, puede que sea debido a mi aburrimiento y su falta de trabajo —soltó, arriesgándose a que se enojara. En contraste, el otro sonrió.

—Me he tomado unas cortas vacaciones para venir a contemplar a mi maravillosa familia. Eso le incluye a usted.

—Me alegra mucho que me considere parte de su núcleo a pesar de que no hemos sido capaz de conocernos a profundidad.

Algo le asustó. Aquel refulgente fuego que encendió de repente en los ojos del alfa.

—No encuentro problema en el hecho de que usted desee que nos conozcamos más a profundidad. En especial si se hace énfasis y referencia a usted, un omega llamativo y de rasgos finos que atrae hasta el más indiferente.

Oh, no. Le coqueteaba. Bajó su mirada algo apenado. No sabía qué hacer. Necesitaba decirle a Uzui que aquel hombre, que era su hermano, parecía tener cosas extrañas en la mente. Volvió a subir su cabeza con firmeza aunque estuviera asustado por dentro.

—Es usted de mi agrado, Príncipe, sin embargo mi deseo por conocer sobre quien es se halla en un profundo amor hacia el Emperador. Todo lo que sea relacionado a mi esposo me atrae y siento la necesidad de obtener información. Será un buen familiar para el futuro heredero, si acaso, de esta dinastía. Espero encontrarlo más a menudo para hablar sobre ello. Buen día.

El Harén ❊UzuZen❊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora