★ D i e c i o c h o ★

3.2K 332 44
                                    

.・。.・゜✭・.・✫・゜・。.

Dio dos pasos hacia adelante, mirando al emperador con los ojos brillantes. Este dejó unos segundos los documentos que estaba leyendo, sonriendo cuando le vio. Entonces le distinguió esa mirada dulce que le había dedicado siempre que le tocaba ir.

-Buen día, Emperador, ¿cómo le ha ido el día de hoy? -cuestionó cortésmente.

-Muy bien, Rengoku. Muy bien. Ahora mejor que te veo.

Este asintió, contento de que hubiese sido llamado. Observó que el alfa de mayor prestigio dejaba algunos papeles ordenados, pero tomó uno en específico. Aún así, el tiempo transcurrió y no habló. Por lo tanto el rubio abrió sus labios, diciendo.

-Emperador, ¿hay acaso alguna misión para mi? Perdone mi insolencia al preguntar, pero recuerde aquellos tiempos de-

El alfa de mayor rango entendió eso y tuvo que detener su plática.

-Sí, de descanso. Entiendo tu emoción. Y sí, también tengo algunas misiones pendientes para ti, Rengoku. Qué alegría ver tu esfuerzo y dedicación para el trabajo.

-¡Gracias, Emperador! ¡Siempre estaré disponible para usted!

Ante eso, Uzui dejó de mirarlo con dulzura para extender el brazo donde en su mano tenía el papel que hacía unos segundos estaba ojeando. Con cuidado y el permiso visual permitido el rubio dio otros pasos hacia adelante, con la curiosidad desbordando la orilla de sus ojos. Contempló los trazos y el dibujo que delataba un rostro allí.

-Necesito que encuentres a esta persona. Hace algún tiempo Iguro tuvo una misión de buscar en los alrededores personas que hubiesen visto a ese hombre y según los datos de los pueblerinos, así es como luce, o por lo menos tiene un aspecto similar -le dijo el de ojos granate, expandiendo su sonrisa cuando la mirada flameante del alfa rubio se fijó en él-. Se llama Enmu, y necesito que me traigas su cabeza. Pienso colgarla en la entrada del palacio, ¿crees que sea buena idea?

Rengoku mantuvo el tiempo en silencio unos cuantos segundos.

-Emperador Uzui, cualquier decisión que usted tome es bienvenida y perfecta para mí. Pero, ¿podría preguntar qué le hizo?

-Claro. Según, supongo, trabaja para Muzan. Eso también han comentado algunos del pueblo.

-¿Y si no es de Muzan?

-Bueno, fue entonces un accidente. En caso que sea de Muzan, es... una advertencia que no meta sus narices donde no le interesa.

-Y... ¿qué hizo?

-Ah, tranquilo, sé que no comprendes qué tiene que ver Muzan en todo esto, pero tampoco es de tu incumbencia. Sólo confirma que esta persona sea Enmu y... me traes la cabeza, ¿bien? No quiero ni el brazo, ni una pierna, ni el torso. Sólo la cabeza. Te doy un plazo de una semana. Si no lo traes después de eso te encuentras fuera de tus funciones como soldado.

El rubio hizo una reverencia de noventa grados para luego alzarse y asentir con seriedad.

-No se preocupe, su Majestad, tengo entendido mi propósito y no voy a fallar. Le traeré la cabeza del implicado cuanto antes -respondió. Se despidió cordial del alfa, y este le dio la oportunidad para irse. En cuanto lo hizo el hombre de cabellos plateados observó las puertas ahora cerradas. Seguro que en la mente de Rengoku aquello parecía ser motivo de, tal vez, una posible guerra que no conocía de dónde provenía. Sin dudas sabía a lo que se arriesgaba, aunque dudaba que Enmu fuese una persona realmente importante para aquel alfa de ojos gatunos. Pero si fuese de esa forma aquellas acciones tan impertinentes podría marcar el inicio de un conflicto militar entre su dinastía y aquellos soldados que eran fiel a la posición gubernamental de Kibutsuji.

El Harén ❊UzuZen❊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora