"Te acepto como mi alfa, Uzui. Por favor, despósame y dame el placer de tener tus hijos".
Abrió sus ojos y el saltó que impulsaron sus piernas le hizo salir de la cama. Se llevó una mano al pecho mientras se encargaba de respirar lo más hondo que podía y que permitía su estado de asombro. Pudo sentir a través de su piel y de las telas que le cubrían que su corazón acelerado no podía detenerse y que sus latidos llegaban a sus oídos con fuerza. Entonces abrió sus ojos. Se percató de la noche debido a la pequeña abertura de las ventanas y el poco viento que dejaba que algunas de las velas que aún permanecían encendidas movieran sus llamas.
Aquello había sido una pesadilla. Había cerrado sus ojos y de repente se encontraba Uzui a su lado. No recordó ninguna de sus palabras, pero sabía que se encontraban charlando. De algo, algo era. El alfa había tomado sus manos y sonreía. Había dejado muchos besos en su rostro y al final él había dicho esas palabras. Lo que le producía un poco de asco y desconcierto era saber que ni siquiera en sus sueños era capaz de sacarse de la mente a ese hombre. ¿Qué le estaba pasando? ¿por qué no era capaz de mantenerse un poco más sereno?
Tocó con cuidado la marca en su cuello. Aquello, aquello le estaba provocando ese tipo de cosas. Si sólo no la tuviera de esa forma, posada tan descarada, él podría salir, podría haberse ido antes. Entrecerró un poco sus ojos antes de tomar impulso y levantarse. Se sentó en la cama. Apretó sus manos en sus finas telas y contempló los bordados de oro. Se acostó como estaba antes y sus ojos fueron hasta el techo de madera.
—Bueno Zenitsu, a dormir.
Cerró sus ojos, pero rápido apareció el sueño de nuevo. No pudo. No pudo hacerlo. Se levantó de la cama y respiró hondo. De nuevo rozó su marca con la yema de sus dedos. Se llevó las manos a la cabeza. Quería desaparecer ese tipo de cosas que estaba sintiendo. Tan hondas, tan densas.
—Oe, me estás llamando, ¿No?
Se giró con rapidez al escuchar su voz. Uzui estaba en una de las ventanas, sentado mientras le miraba fijo. Tenía sus hebras sueltas que caían por sus hombros. Unas telas oscuras y finas. Algo sencillo.
Apartó su cabeza.
—No, sólo... no he dormido bien, quizás la cama hoy está un poco mala.
—Mmm, no te creo.
—¿Sientes que me interesa?
—Aunque lo niegues, me acabas de llamar justo ahora —informó el alfa y entró por completo a los aposentos. Zenitsu le notó caminar hasta la cama y dejar salir su aroma cuando se acostó. Aquello provocó que su cuerpo quisiera ir donde él para frotarse en su contra, pero lo evitó. Volvió a tocar su marca y ahí Uzui le miró—. ¿Ves? Me llamas.
—Sólo toco mi cuello.
—Y tocas tu marca, ¿No hay otro tipo de justificación más claro?
—Ah, no me digas, ¿y es que ahora eres tan increíble que eres capaz de sentir cuando toco mi marca? —se burló, sentándose a la distancia para evitar ir a la cama. Su instinto le decía que ése era el lugar donde debía estar justo en esos instantes.
—Déjame ver como te digo... —susurró y se levantó de la cama luego de dejarla plasmada con su aroma. Le contempló y se dirigió paso a paso hasta su lugar. Aquello alteró al rubio—. Cada vez que tocas tu marca de esa forma puedo sentir que me llamas, ¿Entiendes? Ya sea por desesperación, enojo o... que sólo no puedes dormir. Lo sé, sé cómo te sientes y que justo ahora estás nervioso.
Dijo cuando lo acorraló entre la pared y su cuerpo. Zenitsu apretó sus manos, le empujó un poco y salió despavorido a otro lugar que no fuese su cama. Uzui se rió unos segundos antes de sentarse donde estaba el menor y dejar escapar su olor dulce a jazmín. El omega observó eso. Entonces... estaba llenando el lugar de su aroma. Se acercó a unas cajas que habían dejado para que sus cosas se quedaran allí.
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El Harén ❊UzuZen❊
FanfictionDe alguna forma u otra, Zenitsu termina entrando al Palacio Rojo, donde, sin querer, también termina siendo parte del harén del monarca Uzui Tengen.