☄. *. ⋆ V e i n t i s i e t e ☄. *. ⋆

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Zenitsu se preguntó que sucedió cuando notó al alfa abrir un pequeño cajón que tenía y olfatear dentro de este. Se acercó dudoso, se inclinó y observó. Sólo habían par de telas cortas ahí.

—¿Qué haces? —preguntó.

—Siempre que me alejo de ellas tengo que traer algo para que no me dé... temor —respondió y cerró con una tapa el cajón. Alzó una mirada tranquila y calma—. Así pasará contigo cuando por alguna razón no estemos cerca, que espero que no suceda.

Asintió y se fue a sentar a la cama. Habían paseado el resto de la tarde después del baño, en medio de dedos entrecruzados y besos pequeños cuando empezaban a hablar de cualquier tema. En realidad había sido un momento inolvidable para el omega. No obstante ese tema le pareció interesante. Cuando el alfa se recompuso en ambas piernas y le faltó poco para tocar el techo con la nuca, tuvo que decir.

—¿Cuánto tiempo durarías bien sin ellas? Pura curiosidad.

El alfa le observó.

—Nunca me he puesto a pensar eso —respondió con la cara trastornada, parecía que en serio no quería ni imaginar una distancia entre ellos—, pero hay unas cuantas anécdotas. Una vez tuve una pelea fortísima con Hinatsuru. Recuerdo que ella estaba enfurecida y yo soy fácil de provocar. Así que hubo gritos y sus aposentos se volcaron... Como ella no es de pelear supe que se había tomado eso muy en serio, estuvo muy alejada de mi al igual que yo de ella. Al no atreverme a acercarme a su lugar, empecé a sentir que estaba muy cansado. Sentía que mis músculos pesaban, que no podía dormir bien, o caminar como lo hacía. Conforme a los días pasaron, además del cansancio me sentía mal, agresivo. La última etapa fue el terror. Simplemente no pude negarme cuando no había tenido algún tipo de contacto con ella al mes. Fue terrible.

Escuchó atento sus palabras. La forma en cómo lo decía aquello en serio le hizo pensar que había sufrido bastante con ese hecho. Sabía que las parejas luego de la marca no podían separarse mucho tiempo, por ende cuando eran personas que se iban tenían que tener algo con su aroma. Muy pocas veces había podido presenciar ese tipo de etapas en su clan, donde era natural que las parejas se quedaran juntas y no se alejaran, pero como siempre las peleas no se podían evitar ciertas ocasiones. Los veía tomar distancia, pero pronto estaban bien.

—¿Y ellas qué te han contado?

—Es algo similar. A ellas les ocurre cuando tengo que salir de vez en cuando y quedarme en otros sitios, pero como siempre está lleno de mi olor, no hay problema.

El rubio asintió y aceptó que se sentara a su lado. Ya la noche había caído encima de ellos y sólo se escuchaba el cántico natural de los animales nocturnos alrededor del edificio. La intensidad de las velas se movían de un lado a otro cuando Uzui pidió sus brazos y puso su cabeza en su pecho.

El silencio se hizo el tercer acompañante de la noche cuando ambos cayeron en la cama para descansar un poco más. Uzui le miró desde un tanto abajo y delineó con sus sus dedos su figura, la cintura y sus caderas envueltas en la ropa. Con cuidado el menor de los dos le observó y sonrió juguetón. Se quitó con tranquilidad el listón que mantenía su desnudez cubierta. Las manos cálidas de su alfa terminaron de quitar su ropa y este se acercó a besarlo mientras agarraba su cuerpo. Zenitsu puso sus manos en su cuello, alegre con sentir que, de nuevo, le llenaba con su aroma. Era un beso tranquilo, lleno de emociones distintas, algo nuevo, algo dulce. La manera en que le agarraba la cintura le producía cosquillas por donde paseaba sus palmas. Paseó cuidadoso su pierna desnuda por su muslo y llegó a cierto punto que le interesaba sólo un poco.

—Precioso, ¿a dónde guías esa pierna? —le cuestionó sin dejar sus labios. Zenitsu se rió y acarició sus cabellos.

—¿Y tú a dónde llevas esas manos?

El Harén ❊UzuZen❊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora