T r e i n t a Y n u e v e

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-¿Y bien? ¿Qué ha ocurrido con Tanjiro?

-Según mis instintos, está cerca de aquí -comentó con suavidad para luego sentarse delante suyo. En realidad sí habían ido a su mansión aunque había creído que Muzan sólo se desviaría a sus aposentos. El rubio pensó que era una preciosura. Se permitió sentirse cómodo desde que pudo poner un pie dentro del lugar. Una sirvienta les trajo dos tazas de té, primero al alfa y luego a él antes de irse en silencio-. Debido a que es mi destinado, he podido olerlo a kilómetros. Quizás está divagando en si llegar o no al pueblo. Al final de cuentas sabe que vivo aquí.

El rubio asintió y dedicó algún tiempo a pensar en la situación a lo que bebió del té. Según palabras de ese hombre, Tanjiro estaba cerca de ese pueblo al cual había huido tanto. Pudo ser que hubiese escuchado las nuevas historias acerca de Muzan. En ese tiempo el hombre, a regañadientes, había tenido que verse involucrado en varios cambios en su conducta. Aunque la gente seguía hablando mal de él a sus espaldas, por lo menos no huían al verlo caminar por el lugar. Incluso algunos niños se le acercaban para pedirle dulces. Zenitsu le había recomendado hacerlo para caerles bien. Eso tampoco evitaba que sus padres, en la búsqueda de protegerlos, tiraran los dulces por el caño. Pero a Kibutsuji aquello poco le importaba.

-No has ido a perseguirlo, ¿verdad?

El hombre suspiró y bebió todo de un sorbo. Dejó la taza en la mesa que los dividía.

-No, he obligado a mi alfa a permanecer tranquilo. Es un castigo hacerme esto y que me lo recuerdes cada que puedes.

-Es una cuestión importante porque estoy seguro que va a tener resultados. Que puedas oler a Tanjiro cerca de este lugar solamente significa que él mismo está haciendo lo posible para acercarse a ti y es por voluntad propia. Nada mejor cuando tu omega decida... -se quedó en silencio al saber lo que iba a decir. "Aceptar su lugar". El recuerdo de un Uzui iracundo cada vez que no podía controlar sus sentimientos le hizo apretar la mandíbula. Sacudió la cabeza, un tanto abrumado de esa sensación- llegar a donde te encuentras.

-No me imagino el día en que en serio pueda estar conmigo.

Zenitsu dejó la taza. Tocó su abdomen hinchado. Si pensaba en su hijo, estaría bien.

-A él le gustan los niños. No dudo que quiera llenar esta mansión de ellos.

El hombre asintió con un semblante cada vez más tranquilo y relajado. No escuchó su ronroneo, al parecer lo guardaba aquel agradable sonido para el pelirrojo, pero sí tenía un olor calmo, como quien dormía.

-Por cierto, te hablé en realidad para que... pudieras formar un acercamiento. Sé que has dicho que lo mejor es mantener distancia, pero no sé si podría controlarme si un día salgo y le veo justamente cerca, a un lado.

-¿Cómo así?

-Tanjiro posiblemente no quiera salir conmigo si soy yo quien se lo propone. Una mentira blanca me vendría siendo más factible.

-No es mala idea -contribuyó y esbozó una cálida sonrisa-. También le gusta mucho la naturaleza y el campo. Quizás si lo convenzo de ir hacia un lugar abierto me seguirá y bueno, allí podrías estar.

El hombre asintió sin quitarle la mirada de encima. Ciertamente, pensó, era demasiado espesa para su propio beneficio y ni quiso pensar en los sentimientos de Tanjiro cuando este le dirigía la mirada. Este apartó sus ojos para enfocarse en la ventana.

-¿Qué le gusta comer? En tantos años supuso que sus gustos cambiaron.

-Sabes que es abierto a comerse cualquier cosa.

Muzan sonrió y miró con los ojos entrecerrados al rubio, quien pronto se percató del doble sentido con el cual el alfa le había escuchado. Se sonrojó por completo para comenzar a negar con rapidez. ¡No había querido que el otro malinterpretase aquello que había salido de su boca! El alfa le restó importancia a sus movimientos tan nerviosos, lo que causó que Zenitsu respirase hondo para darse calma a si mismo.

El Harén ❊UzuZen❊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora