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Zenitsu tenía cuatro meses. Makio apenas tenía un vientre abultado por la cuestión del poco tiempo que le había seguido. El rubio había dejado un poco atrás las náuseas y los cambios de ánimo, pero era sólo un poco, porque seguían estando allí, ocultas a cualquier tontería que pudiese cambiar sus sentimientos. Ahora sí que se le notaba más su vientre. A Uzui le agradaba que se pusiera camisones que fueran delicadas porque, según él, le hacía sentirse más conectado con el pequeño cuando podía adentrar su mano y tocar su pequeño abdomen. Ese día, a pesar de todo, los demás estaban ocupados. Uzui estaba recibiendo unas visitas y las chicas le acompañaban. Debido al dolor que había pasado, los cuatro le recomendaron guardar reposo. Así que estaba, aunque no en la cama de sus aposentos, sí que estaba en la cama de afuera, aquella que Uzui le había puesto para que pudiese dormir en la tranquilidad de la naturaleza.
Se frotó en la propia cama, soltó de su aroma contento y ronroneó. Sin saberlo, eso atrajo la atención de alguien quien, siendo un invitado, se acercó al sitio. La cama estaba cubierta por telas transparentes que no permitían la entrada de mosquitos o premios poco gratos de las palomas. El muchacho que le había visto desde lejos, contempló maravillado al pequeño omega buscando afecto cariñoso. Su olor a flores le indicó que estaba en cinta.
Ronroneó y frotó su cabeza en la almohada. Al abrir sus ojos notó a un chico rubio de cabello largo tener sus ojos puestos en su figura, sin embargo no le dio susto. Los dos mantuvieron sostenida la mirada y pronto el omega se sentó.
—Hola —le dijo el más alto, con un tono suave, pero varonil. Zenitsu movió un tanto su rostro para decidir escuchar más profundo. Aquel leve sonido que provenía de su cuerpo le dijo que todo estaba bien, que al parecer era un buen hombre. Además, olió el aroma amistoso de Tengen en sus ropas. Seguro que le había dado un abrazo. Se acercó a él para olfatear un poco más y se frotó en su pecho. El alfa se sorprendió, pero sonrió—. Hola, pequeñín. Uzui me contó acerca de ti, el omega rubio que tiene su heredero. Te ves muy tierno.
Zenitsu sonrió y frotó aún más su cuerpo en el ajeno de manera que llenó de ternura al más alto. El rubio le soltaba de su aroma, marcándolo de manera amistosa como algo suyo. Makio, quien se aproximaba al salir de uno de los edificios, se extrañó al notar a Rengoku cerca de la cama de Zenitsu, no obstante continuó la caminata hacia donde se encontraban los dos. Se percató que el chico lo rodeaba, como si fuese su hijo. Ella se acercó aún más y esbozó una sonrisa cuando este guió sus ojos a los suyos.
—Oh, señora Makio, qué gusto verte de nuevo.
Ella sonrió para luego asentir. Sin embargo guió su mirada hacia abajo, donde el omega en cinta seguía marcando al alfa. Sabía que si Uzui notaba aquello, se iba a formar una guerra. Con lo territorial que era, además sobre cómo se había puesto con lo de los embarazos, la situación podría provocar algo realmente malo. El alfa parecía no ver nada extraño, inclusive lo olfateaba, ronroneando también. Makio no supo dónde meterse. Eso no se veía nada bien. Se volteó. No deberían seguir así de pegados.
—Zenitsu, deja al señor Rengoku. Al señor Uzui le van a dar celos.
El mencionado alzó la cabeza, mirando a la mujer. Se acercó a ella, marcándola también con su aroma. Como estaba muy sensible por su, también, embarazo, la fémina pareció caer rendida de inmediato ante su aroma y ronroneó. De pronto los tres compartían olores. Uzui, quien había salido un momento para ver a Zenitsu, se dio cuenta de la entrada intrusiva de Rengoku allí. Los otros compañeros suyos que habían decidido visitarlo también, incluyendo personas con puestos importantes como lo eran Giyuu, Shinobu, Iguro, Mitsuri e Himejima, le siguieron por detrás para ver al pequeño que según el de cabellos blancos, estaba en gestación. Estos notaron de inmediato que el alfa al frente de ellos gruñó y corrió hacia lo que parecía ser un pequeño campamento.
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El Harén ❊UzuZen❊
FanfictionDe alguna forma u otra, Zenitsu termina entrando al Palacio Rojo, donde, sin querer, también termina siendo parte del harén del monarca Uzui Tengen.