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Howard estaba acostado en la cama, se sentía adormilado. La impactante y desgarradora noticia lo pusieron en un estado donde empezó a golpearse, lastimarse, mientras gritaba que todo era su culpa por dejar a su prometido sola, así que los médicos decidieron sedarlo. Además de sentirse algo cansado, tenía los ojos rojos por el llanto, vacíos por el sentimiento de su perdida. Se sentía vacío.

Ni siquiera se inmutó cuando escuchó la puerta abrirse, ver al doctor hablarle diciéndole que los efectos pronto iban a pasar. No le dio importancia. En esos minutos pudo sentir como su cuerpo despertaba poco a poco.

En todo ese lapso recordó los momentos que tuvo con María, como le había dicho que se casarían después de la guerra y que si ella lo decidía, vivir lejos de la familia que nunca acepto sus decisiones. Que nada le faltaría, que sería su propia persona. Tendrían una familia algún día.

Que la primera vez que se vieron, siempre sería el mejor día para Howard. Que conoció el amor por ella, después de estar de mujeriego de aquí y allá, sin importarle nada. Pudo cambiar al saber que quería finalmente.

Ahora ella se ha ido. ¿Qué le quedaba?

En ese momento sintió un choque de recuerdos, se sentó finalmente en la cama, lentamente mientras recordaba el momento en que fue con ella para ver a sus bebés recién nacidos. Cuando todo se sintió tan mágico que pensó que estaba soñando.




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Ella se encontraba cansada, su cabello estaba esparcido por toda la cabecera de las almohadas. Levantó su mirada y le sonrió, sus ojos zafiros brillaban por la felicidad que tenía.

—Howard...

El Stark estaba paralizado mientras veía a su novia siendo atendida por las enfermeras, podía escuchar que debía tomar reposo, pero que podía ver por un momento a sus bebés. Howard se acercó mas, casi tambaleando.

Sus ojos no lo podían creer, en la cuna habían dos bebés. Envueltos con sábanas amarillas y roja.

—Son nuestros... lamento no haberte dicho. Míralos, son hermosos... ¿No?

Howard tapó su boca por la sorpresa y empezó a llorar, hace tiempo que no lo hacía. Este tipo de sentimiento era de alegría, ni siquiera estaba molesto porque no sabía que sería padre.

¡Es papá de dos varones!

—María... cielo—Se acercó a su esposa para abrazarla como podía mientras ella yacía aún en la cama—Me has hecho el hombre más feliz del mundo. Te lo agradezco tanto.

María sonrió pero no pudo evitar empezar a llorar, sintiendo un gran alivio en su pecho al saber que Howard no estaba molesto porque nunca pude decirle sobre su embarazo.

【 тнє νιѕιтσяѕ 】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora