[1] 𝙴𝚕 𝚚𝚞𝚎 𝚗𝚊𝚍𝚊 𝚎𝚗𝚝𝚒𝚎𝚗𝚍𝚎

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[𝙳á𝚖𝚊𝚜𝚘 — 𝟷𝟸 𝚊ñ𝚘𝚜]

Para cuando me muevo un poco entre los arbustos, veo como Jackson parece desesperado al no poder encontrarme mientras jugamos al Escondite. Es gracioso ver como un lobo de su edad y tamaño es observado por las mujeres que tienen a sus niños en sus regazos. Lo miran mal, aunque nunca de frente. Hay que admitir que la cara de él da un poco de miedo, mas yo estoy curado de espanto porque es como un tío para mí por haberme cuidado mientras mis padres pasan sus Celos juntos. 

Yo no sé que es eso. Según mi padre, Rowen, es mejor que lo viva por mí mismo y luego ya procederá a darme la información que necesito para saber que es muy importante. Papá Dante dice que puede dar un poco de miedo al principio al no entender nada, pero aprenderé a sobrellevarlo con el momento adecuado.

No lo entiendo.

Desde que cumplí los doce años, Rowen ha estado un poco más estricto que de costumbre con algunas normas de la guarida. Dice que ya he dejado de ser un niño y es momento de que aprenda a desenvolverme solo por entrar en la adolescencia; una dura etapa que durará entre los 12 hasta los 24 años. Doce años de adolescencia... parece mucho.

Tomo una pequeña bocanada de aire gélido al ser principios de enero. El vaho es lanzado de mi boca, transformándose en un globo deforme de color blanco entre el follaje para que no me pille. Para cuando me doy cuenta, Jackson ha encontrado su hijo Aaron, el cual tiene ocho años.

Observo lo feliz que es junto al gigante de su padre, levantándolo del suelo y girando sobre su cabeza como si fuera un avión. Lo envidio un poco, porque eso ya no lo hacen conmigo, pero sobre todo soy consciente de que el trato de Jackson entre nosotros dos es distinto: Con su cachorro es protector y el terror que expresa en una mirada dura paraliza tus músculos, conmigo es un poco más permisivo aunque recibo mucha menos atención.

—¡Dason, hay que volver a casa! —exclama, haciéndome poner los ojos en blanco ya que es mentira. Sé que nosotros no volvemos hasta que el cielo se tiñe con el crepúsculo, porque nos quieren bien cansados y así durmamos del tirón. A duras penas acaba de aparecer el naranja—. ¡Dason!

Salvo si me pillan, que entonces no podré escapar a tiempo.

También dice mal mi nombre. Se lo he repetido un millón de veces, mis padres también, pero según Liam es un problema que tuvo desde que era un lobato. Sus padres le golpeaban mucho en la cabeza, así que todos han llegado a la conclusión que es esa la razón por la que habla tan raro y algunos nombres los pronuncie con otro similar. No me enfado. No es su culpa que haya tenido unos malos padres.

—Papá, tienes que olerlo —le recuerda Aaron mientras lo abraza por el cuello antes de que el enorme brazo de su padre lo sujete bien.

—Mi hijo es tan listo como su papá —dice, a lo que yo pongo los ojos en blanco.

No me encontrará. He sido muy pesado los últimos dos años con Rowen para que me enseñe a ocultar el olor, ya que muchos niños me han dicho que huelo muy raro pese a que mis padres sean lobos. Dicen que soy distinto, y no se equivocan: Cuando era un niño mi cabello era muy oscuro hasta parecer negro, aunque con el paso de los años se fue transformando en un castaño que, con el sol, parecía rubio; los ojos azules no se asemejaban a nada al deje cristalino de Rowen, no eran espejos, sino que habían adoptado un tono zafiro con manchas verduzcas para asemejarse a un estanque en plena noche. 

Un hijo diferente a sus padres, uno que huele distinto y por ello no tengo amigos cerca. 

Vivimos en una casa muy bonita rodeados de un bosque extenso donde me gusta perseguir ardillas o asustar pájaros durante la primavera, y la ciudad más cercana está a casi treinta minutos en coche. No siempre podemos ir, salvo si me pongo un poco insoportable para que me dejen investigar cómo cambia el mundo; el único problema es que en la ciudad Rowen automáticamente se pone a la defensiva y asusta a todo el mundo con una mirada fiera y preventiva. Dante por su parte me consiente un poco cuando tengo hambre o quiero entrar a un sitio nuevo.

𝕯á𝚖𝚊𝚜𝚘 [También en Inkitt]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora