Extra: 𝚄𝚗𝚊 𝚎𝚜𝚝𝚛𝚎𝚕𝚕𝚊 𝚙𝚊𝚛𝚊 𝚌𝚊𝚍𝚊 𝚕𝚘𝚋𝚘

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[𝚃𝚛𝚎𝚜 𝚊ñ𝚘𝚜 𝚍𝚎𝚜𝚙𝚞é𝚜]

En cuanto llego a casa, apago el motor de la moto para encontrarme con un hogar silencioso. En el territorio de Many Pines siempre hay sonido, aunque sea lejano, pero es como si todo el mundo hubiera hecho un complot para que hoy fuera un día distinto después de habernos instalado hace tres años. 

Me gusta el silencio, pero no este silencio en concreto.

El sonido de un coche hace que me quite el casco y mire hacia atrás, encontrándome a un Keyth frenando de golpe a unos pocos metros de mí. Por su cara, interpreto que algo ha pasado mientras yo he vuelto de mi trabajo por Michigan, aunque ya avisé que iba a venir hoy. ¿A qué viene esa cara de susto? El gigante de mi marido sale del coche, vistiendo un delicioso mono de trabajo que le hace un cuerpazo digno para desnudar en cuanto tengamos una ocasión, pero no es el momento. Ahora no. Después.

—Santa Selene, ¿te encuentras bien, cariño? —Me toca de la cara, buscando algo con la mirada, lo cual sólo hace acrecentar mi confusión por esa forma de comportarse conmigo. Por eso me quedo callado y con el ceño fruncido, dejándole que mire todo lo que quiera—. No... no lo entiendo. 

—Hola a ti también, Key —saludo en un tono ácido—. Nada mejor que volver después de semana y media a casa para comprobar que mi hercúleo marido se comporta de forma errática.

—Pero Tarek dijo...

Tarek... Cómo no, siempre siendo un jodido alarmista.

—No sé que te ha dicho el bobo de nuestro esposo, pero desde luego que una mentira sí —entrecierro los ojos cuando volteo a mirar de nuevo la silenciosa casa—. Últimamente ha estado muy evasivo mientras hablábamos por teléfono. ¿Cómo se ha estado comportando en casa?

—Muy complaciente. —Apaga el coche gracias al interruptor inalámbrico del manojo de llaves—. El primer día que te fuiste a Michigan se puso a llorar como una fuente, pero al día siguiente se marchó a Standford con Jade y Dante y volvió para que todo el resto de la semana estuviera lleno de energía. Te juro que sólo tú me dejas seco en la cama, mi amor, pero Tarek esta semana ha hecho que me cueste horrores salir por mi propio pie.

—Espera... ¿qué? —Vuelvo a mirar a Keyth con una expresión de incredulidad—. ¿Cuándo cojones vino mi tío? ¡Hace años qué no lo veo!

Él se encoje de hombros y yo ahogo un gruñido desaprobatorio. Vaya forma de recibirme después de tanto tiempo fuera de la guarida. ¿Qué coño han planeado esos tres para que Tarek le haya hecho eso a Keyth?

Pongo el soporte de la moto después de bajar y cuelgo el casco en el manillar. 

Keyth es el primero que se adelanta, un poco molesto al ver que Tarek le ha preocupado —y posiblemente haciéndole salir antes del trabajo—. Subimos las únicas tres escaleras hasta que el lobo mete las llaves dentro de la cerradura y abre la puerta. A duras penas doy un paso cuando me empuja hacia atrás y la cierra de golpe.

Otra vez esa jodida cara de susto, aunque esta parece más intensa que la anterior. Incluso se ha puesto pálido.

—Cachorro, huye, yo te cubro.

—¿De qué coño estás hablando? —pregunto muy serio, tanto que atisbo un tic en su ojo. Eso es nuevo—. ¿Qué pasa?

Antes de que pueda hablarme alguien abre la puerta por detrás y me llega un tufo que me hace gruñir con desaprobación tras captarlo. Keyth ha sido lo bastante rápido para agarrarse a los bordes, aunque desde mi posición termino pillando a tío Jade con una enorme sonrisa muy extraña.

𝕯á𝚖𝚊𝚜𝚘 [También en Inkitt]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora