[12] 𝙻𝚘𝚜 𝚚𝚞𝚎 𝚜𝚎 𝚋𝚞𝚜𝚌𝚊𝚗 𝚜𝚒𝚗 𝚚𝚞𝚎𝚛𝚎𝚛 𝚚𝚞𝚎𝚛𝚒𝚎𝚗𝚍𝚘

158 25 12
                                    

Tras decirle mi nombre aquella noche, en la que el bobo de Tarek estaba borrachísimo y soltaba boberías cada vez que podía, esperé que me dejara en paz. Deseaba que sus feromonas cada vez que lo tenía cerca me permitieran ser hermético y distante con todo el mundo para asfixiarme en mi desdicha, deseaba que sus ojos no me miraran con un fulgor deseoso y al mismo tiempo lascivo, deseaba que su titánico cuerpo lleno de músculos no volviera a tocarme... y a veces, era yo el que iba a verlo a la distancia.

Y eso fue lo que hice durante los cuatro días consecutivos siguiendo una estipulada rutina: Cada mañana me despertaba con los primeros rayos del sol, desayunaba algo tras mandar a la mierda a esa petarda que se frustraba al oírme, y salía a correr por el bosque. Él aparecía en el río cazando peces o llenando cubos de agua por vivir en esa arruinada covacha hasta que yo aparecía, o más bien me olía. Dejaba lo que estaba haciendo y, sin mirarme, se desnudaba sólo para mi disfrute visual: prenda a prenda hasta que la desnudez era completa, se colocaba de perfil para que captara la endurecida entrepierna apuntando al cielo y las enormes manos se pasaban el agua por la piel. En ese momento no hablábamos, no nos mirábamos directamente, pero ambos sabíamos lo que estaba pasando y yo sólo me dejaba llevar por la excitación de verle hasta que terminaba y me marchaba.

En las tardes le daba al saco, a veces intercambiaba frases breves con los demás lobatos que intentaban crear una buena relación entre todos y deambulaba por el pueblo más cercano. En esos momentos no pensaba en él.

Yo sabía que no tenía que haberle dado mi nombre. Deberíamos de habernos separado por completo, evitar provocarnos con nuestros cuerpos aunque fuera él quien parecía ser el que disfrutaba... y yo lo tentaba también bailoteando a campo abierto cuando sabía que estaba oculto entre la espesura al final de la tarde. Podía olerlo. Podía sentirlo. Sus ojos se me clavaban en cada curva de mi cuerpo y se anclaba por momentos en pedazos de mi piel al descubierto, conforme la música del móvil sonaba en acústico.

Tarek y yo éramos nuestras propias bombas de relojería, y estábamos programados para explotar algún día.

Ya cuando llegaba la noche cerrada yo me salía por la ventana, me colgaba del tejado y escapaba para irme a su casucha e ir siempre a la ventana que daba a su habitación. Tarek estaba ahí, aguardando captar mi olor; y cuando lo conseguía, volvía a desnudarse para mí sin siquiera vigilar el lugar exacto del que lo observaba como un voyeur.

Lo hacía lento, deleitándome con una falsa pereza, y una vez no había tela que ocultara sus músculos abría la puerta hasta el tope para tumbarse en el colchón e iniciar un tocamiento propio. Pensaba en mí. Sabía que estaba ahí. Deseaba que me colara por la ventana abierta e ingresara en su territorio para explotar juntos.

Nos buscábamos sin querer queriendo y no nos importaba en absoluto.

Él ya sabía que amaba bailar y el deporte.

Yo sabía que a Tarek le encantaba pescar y chapotear en el río como un niño.

Él sabía que me gustaba el azul.

Yo sabía que amaba el negro.

Estábamos haciendo algo peligroso, y si nos pillaban seríamos señalados con el dedo. Repudiados. Dos machos no podían follar, era considerado asqueroso e inapropiado; y para nosotros era excitante y erótico. Disfrutábamos provocarnos, observándonos, vigilándonos... queríamos ver quien cedía antes, quién era menos dominante en este tira y afloja para que el perdedor sucumbiera al deseo.

Él estaba roto.

Yo estaba herido.

Él se sentía solo.

Yo solía estar perdido.

Y cedí... perdí.


Es la quinta noche en la que acudo entre las sombras a su casa, sobreviviendo a fantasmas que me llenan de ira por la distancia de mis padres. Sé que el dolor de sentirme solo se esconde en mi interior, pero no me da un puñetazo de advertencia porque Tarek está ahí terminando de cenar. Hoy he llegado una hora antes de que lo intuyera. 

𝕯á𝚖𝚊𝚜𝚘 [También en Inkitt]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora