[29] ¡𝙽𝚘 𝚙𝚞𝚎𝚍𝚎𝚜 𝚚𝚞𝚎𝚍𝚊𝚛𝚝𝚎 𝚊𝚝𝚛á𝚜!

131 21 29
                                    

—Nunca dudé de tu fuerte espíritu, Dámaso —me dice Keyth en voz baja, sentándose a mi lado del sofá mientras yo sigo toqueteando hojas. No le miro, sólo gruño, aunque él lo ignora para dejarme la cafetera frente a mi taza vacía—. ¿Vas a seguir enfadado conmigo? El tercer día empezará cuando salga el sol.

—Sí, y para eso primero tiene que pasar ocho horas.

—Vas bien, los anagramas los solucionas bastante rápido pero todavía pareces perdido con el mensaje numérico. —Vierte café caliente en mi taza primero, y luego en la suya—. Tengo que presionarte porque así es como me educaron a mí. 

—Lo sé... —Gruño, mirando por la ventana hacia la oscuridad de la noche. Está tan oscuro como boca de lobo, y sé que por esta fecha papá está viviendo el Celo de Rowen. Durará cinco días. Si saben dónde estoy, es imposible que venga.

La cara de Keyth se mueve hacia donde estoy mirando yo también.

—Te has dado cuenta, ¿verdad? —Pregunta y asiento. Es un movimiento muy sutil afuera, pero me he dado cuenta desde ayer cuando estaba estudiando en el primer piso el mapa, el cual todavía no tengo una decisión tomada; sólo ideas sueltas—. ¿Entiendes ahora por qué te dije tres días en lugar de cinco? Me lo olía —Vuelvo a asentir—. No irrumpirán hoy. El código implica que lo hagan en la tercera noche, pero se van a turnar, esperando a que salgas. Son ocho.

Aparto la mirada y aprieto los ojos. No sé por qué tienen que esperar tanto, pero sea como sea, esto significa que es una ventaja en la que podemos trabajar. Menos de veinticuatro horas para actuar rápido y no quedarnos atrás; y lo peor es que todavía no he terminado nada de esto. Me siento un poco imbécil, a decir verdad.

—¿Quiénes son? —inquiero saber.

—¿Hace falta decirlo? —me devuelve la pregunta con otra. Gruño y le lanzo una mirada de desaprobación por no ser ahora mismo tan directo como siempre. ¿A qué coño juega?—. ¿Al menos tienes una idea básica de dónde quieres trasladarte? 

Antes de que responda, un grito en la noche nos pone los pelos de punta, obligándonos a ponernos de pie y cubrir la ventana con la cortina. Apagamos la vela, sumiéndonos en la oscuridad, y como mejor podemos nos damos prisa de guardar todo el papeleo en la caja. A tomar por culo el café. Definitivamente tenemos más de un problema y, si no lo solucionamos, todo se irá a la mierda.

Gritos y chillidos se escuchan en el exterior, como si hubiera una pelea aparte, y también pedazos de nieve no muy alta que ha estado cayendo a primeras horas de la noche. Las sombras se mueven a través de los árboles y arbustos. 

—Te voy a dar tres consejos de guardabosque. —Keyth toma la caja, antes de que la toque yo—. La primera, cualquier árbol es tu amigo o aliado en más de un sentido. Trépalo si hace falta y si tienes valor salta sobre las ramas, aprovechando que a duras penas mides metro setenta. —Mueve la cabeza para que lo siga, lo cual hago y pega tres golpes al marco de madera para despertar  a Tarek—. La segunda, si lo que te persigue no es un enemigo, hiérelo en lugar de matarlo y corre si no crees que puedes noquearlo. No seas imbécil. Conócete a ti mismo y tus límites.

—¿Qué pasa? —bosteza Tarek.

—Vístete, es hora de mover el culo.

—¡¿Ya?! —exclama un gruñido de sorpresa—. ¡Me dijiste que sería en la tercera noche! —Lo veo moverse como loco por la habitación, vistiéndose todo lo rápido que puede—. Esconde las cosas donde debes.

Keyth asiente y me hace la señal para que nos demos prisa en subir al primer piso. Lo observo  mover el sofá monoplaza y levanta una trampilla que no he visto en mi vida. Deja la caja dentro, y me doy cuenta que están ahí mis maletas y varias cosas más. Quizás hasta yo cabría para esconderme si me hago un poco de espacio, pero ellos no.

𝕯á𝚖𝚊𝚜𝚘 [También en Inkitt]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora