[47] 𝚈 𝚗𝚘 𝚎𝚛𝚎𝚜 𝚞𝚗𝚊 𝚉𝚘𝚛𝚛𝚊 [𝙳𝚘𝚟𝚊𝚗]

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[𝙳𝚘𝚟𝚊𝚗]

Me despierto en medio de la noche cerrada, donde todo está a oscuras por la pesada y negra cortina que oculta la ventana y Bones roncando al lado. Estoy empapado en sudor por culpa de las malditas pesadillas de siempre; desde que Dámaso se escapó no he dejado de vivirlas. Una y otra, y otra, y otra vez. Cada noche. Porque cuando Dámaso se fue, comenzaron las pruebas con Bones aunque al principio no podía engañarlo.

O quizás estoy sudando por estoy en la madrugada del uno de agosto y hace un calor terrible, tanto que los lobos tenemos de por sí la temperatura corporal alta. Pateo la sábana porque me siento asfixiado.

Ahora mismo estoy dándole la espalda a la ventana y tengo a Bones literalmente pegando su frente contra la mía. Mi mano se mueve, moviéndome el flequillo para hacerlo a un lado, y cuando toco el cabello de Bones por accidente también veo que está sudando aunque su respiración sea lenta.

Quiero alejarme...

Intento hacer a un lado a Bones, pero éste gruñe a modo de un quejido lastimero que me resulta bastante inusual. Casi parece que le he dado una patada a un cachorro y me hace sentir terrible por unos segundos. En cuanto vuelvo a moverme, Bones me aprieta más en su abrazo sin que le importe en absoluto que mi cuerpo esté más sudado que el suyo; e incluso no sé en qué momento se me ha bajado un el incómodo bóxer que llevo sólo porque no quiero que vea mi desnudez. Somos un jodido desastre de sudor, piel pegajosa y calor corporal innato por lo que somos. 

Me siento como una zorra cuando el tercer movimiento para recolocarme provoca que el Alfa jadee en medio del sueño y mi entrepierna se infle al escucharle. 

Mierda. Mierda. Mierda. Mierda. Mierda. No.

Tomo una ligera bocanada de aire, dándole una patada a cualquier amago de pensamiento calenturiento, y me centro en que hoy Bones y yo tendremos que ir al laboratorio al ser un nuevo mes y me he recuperado de mi "problema". Volveré a ver al lobato de cabello negro, Bones volverá a revivirme con ese caramelo que me da en un boca a boca, volverán a sacarme sangre e inyectarme cosas... Incluso durante este tiempo que he estado tumbado en la cama con esa estúpida máquina ruidosa me he preguntado si tendría que sacrificarme un poco más. 

Santa Selene... intimar con Bones es demasiado. Podría conseguir mucho, pero Bones no es precisamente un imbécil que se atonta como los demás machos que reciben atención. 

Bones se mueve en un giro, haciendo que mi cuerpo se mueva para tenerme encima suya. Reprimo una risa divertida cuando veo que sus dedos se me hinchan en la ligera camiseta, por la parte de la espalda, pero que me clave la polla tan dura como un tubo de hierro en el estómago no es muy agradable que digamos.

Aun así, de alguna forma me termino durmiendo alrededor de una hora y algo me vuelve a despertar. Me siento observado en esta densa oscuridad, donde ningún rastro de luz se atreve a ingresar al territorio del Alfa. Sería alarmante si fuera un extraño o hubiéramos obtenido una advertencia de ataque, pero sólo es Bones que al parecer se ha despertado. Las yemas de sus dedos me recorren el cuero cabelludo con lentitud y mimo, siendo claramente una caricia.

Se siente bien, ni siquiera tengo la sensación de cuando me he despertado antes. No hay terror, pánico o incomodidad. Percibo que el contacto hace que no deje de dormirme y despertarme cada pocos segundos, hasta que suspira él por la nariz. En el momento que sus yemas abandonan la cabeza y bordean la quijada rasposa de barba negra, mi mente me despierta al instante al igual que lo haría una bofetada. Recorre a lo largo de mi garganta hasta el músculo pectoral a través de la camisa ligera; después abre su palma y la coloca en el espacio del corazón sin haber pronunciado ni una sola palabra en todo este trayecto. 

𝕯á𝚖𝚊𝚜𝚘 [También en Inkitt]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora