[65] La Justicia puede ser una perra azarosa

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[𝙾𝚌𝚝𝚞𝚋𝚛𝚎]

No pueden, ni deben, encontrarme desde que huí como alma que lleva el diablo consigo. 

Estar un mes escondido como un criminal no es realmente complicado con un par de nociones de supervivencia, pero octubre no es precisamente un mes que estoy llevando tan bien como esperé en su momento de huir. Es mi mes de Celo, el corto, y estoy sólo en un sótano lleno de porquería en el que debo centrarme todo lo necesario. 

A mi alrededor los colores de la humedad, el polvo y mi propio sudor por el calor corporal no dejan de volitar en todo el habitáculo. Con la puerta atrancada y el ventanuco bien cubierto, espero que nadie me pille cuando toda esta mierda explote. Sino, estoy seguro de que tendré problemas muy graves.

Cuando Gald se tiró encima de ese hijo de puta, no tuve ni la menor idea de hacia dónde me largaba. Mi recuerdo es vago: Alcanzo a recordar a un tipo enorme al que le clavé mi único cuchillo en la mandíbula, me llené de sangré y cuando tuve la oportunidad de huir no dudé en internarme al bosque más cercano. Corrí, atravesé un rio que me ayudó a refrescarme y limpiarme la sangre, volví a correr y entré en la primera casa que encontré después de una eternidad. 

No sé si estoy realmente a salvo, pero si llevo un mes aquí, entonces supongo que sí. 

En parte.

Estoy desarmado (o al menos no tengo armas en sí, tendría que improvisar), como tan poco que creo que estoy algo débil además de haber perdido algo de peso, beber es una lucha constante  y me arriesgo a que me pillen en la madrugada si no tengo cuidado, y estar a mediados de octubre no me está ayudando una mierda a conservar la compostura. Mis manos duelen. Estoy aguantando todo lo que puedo para crear una fortaleza, tocándome cuando el calor necesita ser rebajado, y sufriendo recuerdos que van y vienen a modo de ráfagas.

A veces sueño.

Hay momento en la noche en las que imagino que Tarek se cuela de alguna forma por el ventanuco y me hace esa cursilería de "hacerme el amor" hasta que mi cuerpo escupe un fogonazo y al despertar estoy pegajoso, sudado y solo. En otros momentos creo que Keyth echa la puerta abajo, mirándome con unos ojos bañados en sangre como el gran depredador que es y me folla en la zona más oscura del habitáculo.

Sintiendo las tres sensaciones como pasa con Tarek.

—Odio esto... —mascullo, apretándome entre la vieja sábana roída en la cama improvisada. Todo mi cuerpo quema, no creo que pueda soportar más días esto—. Tarek... Keyth... encontradme...

[𝙽𝚘𝚟𝚒𝚎𝚖𝚋𝚛𝚎]

[𝙺𝚎𝚢𝚝𝚑]

—¡Dámaso...! —grita Tarek, conforme se retuerce en la cama. Apesta tanto que, si no fuer apor mí, posiblemente habría salido de la casa como un completo gilipollas para buscarle—. ¡Quiero a mi lob...!

Le pego un puñetazo para que se calle, mientras lo inmovilizo con mi cuerpo para que no pueda levantarse. He ordenado a todos que se mantenga alejados de la habitación del segundo piso, especialmente porque todos los lobos se vuelven locos cuando huelen un Celo, y si son compatibles con las feromonas del lob pueden reclamarlo aunque vayan a ser la parte pasiva.

Conmigo no va a poder: Soy mucho más grande, peso veinte quilos más y mi fuerza es lo suficiente para que no pueda escapar. Es mi obligación mantener a Tarek anclado a esta cama hasta que toda esta mierda de desaparezca por completo. El único problema que tendremos será la evolución de nuestros lazos. Dámaso siempre ha estado en cada Celo de Tarek, por lo tanto esto podría generar más cambios, aunque serán mínimos.

𝕯á𝚖𝚊𝚜𝚘 [También en Inkitt]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora