[13] 𝙻𝚘𝚜 𝚚𝚞𝚎 𝚚𝚞𝚒𝚎𝚛𝚎𝚗 𝚎𝚗𝚌𝚊𝚓𝚊𝚛

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[𝚃𝚊𝚛𝚎𝚔]

En el momento que suena la alarma se me escapa un gemido de irritación. La apago, doy la vuelta al colchón y estiro el brazo para abrazar a... nadie. Hallo un espacio vacío que provoca una punzada en el pecho, obligándome a abrir los ojos y no hallar al lobato que me tiene completamente estupidizado cuando lo huelo. 

Abro los ojos y tomo una profunda respiración, hallando su olor muy leve. Hace mucho que se ha ido y eso me hace sentir un poco frustrado; aunque comprendo que las cosas tienen que ser así. No puedo ser tan crédulo de que va a caer rendido a mis brazos de la noche a la mañana.

—Dámaso... —murmuro, observando mi brazo estirado—. Quiero... verte bailar de nuevo...

La segunda alarma suena cinco minutos después y sé que mi rutina empieza: Lo primero que hago es coger un cubo y una toalla mediana, conduzco con la moto hasta el río, y ahí me esfuerzo por pillar peces y mojarme —pero él no viene, no lo huelo—; un poco entristecido por ello vuelvo a casa para dejar el cubo y la toalla y me largo a la comisaría para ver qué hay que hacer. ¿Respuesta? Nada interesante, puro papeleo que me arrancan varias horas, responder llamadas —algunas falsas o bromas— y ver que mis compañeros de trabajo me hacen un poco de lado al saber que todavía soy un lobato pese a mi aspecto. Me trago una reunión aburrida, en la que se me resbala el codo y mi cabeza se golpea contra la mesa; el jefe me riñe después del evento durante veinte minutos y me escondo en mi estrecha oficina para terminar el papeleo hasta que se acercan las tres de la tarde.

Yo sólo quiero encajar...

Ser auxiliar de policía no es demasiado interesante como la gente puede creer: Pese a llevar un uniforme para que nos diferencien de los policías reales, nosotros no llevamos arma.

Nuestras tareas son sencillas: Custodiamos y vigilamos bienes, servicios e instalaciones municipales; ordenamos, señalizamos y dirigimos el tráfico (al que le toque); auxiliamos en caso de catástrofes naturales y accidentes de tráfico; podemos cooperar en conflictos privados; formulamos denuncias, organizamos papeleo, llevamos café a los superiores, hacemos fichas... entre otras cosas aburridas; y también practicamos para garantizar seguridad en accidentes, además de aplicar primeros auxilios.

Sin embargo, en Ophelia la mayoría de los policías tiene un convenio con el cuerpo de bomberos (obviamente entre lobos, pocos humanos encuentras dentro de un entorno tan selecto) y eso ayuda a que se trabaje en equipo o tengamos que acudir a eventos de celebración como apoyo. 

Somos 5 auxiliares que somos todavía lobatos (yo, Teddy, Manson, Palek y Bryan), pero ellos no suelen juntarse conmigo porque no tenemos nada en común aunque intente ser participativo y agradables con todos. Una vez Palek me dijo que no se juntan conmigo porque soy "monstruosamente anormal para ser un lobato", y Teddy hizo alusión de que no huelo a humano sino a lobo.

Supongo que a veces los propios lobatos te hacen de lado aunque intentes ser de ayuda...

Aun así, pese a esos inconvenientes, doy mi mejor cara y sonrisa aunque entre en contraste con las de los demás; siempre aburridos, malhumorados o farfullando palabrotas porque se aburren de este trabajo porque "no hay tiros, incendios o bombas". Tienen una visión sesgada de lo que hace un auxiliar, incluso errónea, y aunque intente explicárselo antes me dejan con la palabra en la boca.


Para cuando llega la tarde y el fin de mi jornada, me vuelvo al bosque para ver a mi precioso lobato en su rutina deportiva mientras picoteo durante la espera. Estoy seguro que sabe de mi ubicación por mucho que me esconda entre los matorrales, y también que siempre intento llegar a la misma hora hasta su final siempre y cuando no llueva. Me encanta verle desgastar energía dándole patadas y puñetazos al saco para nivelar su nivel de enfado y estrés, como se le marca el culo cuando pega una patada giratoria, el movimiento de la entrepierna libre dentro del pantalón deportivo ajustado, las charlas breves que da a los lobatos que intentan acercarse para interactuar con él —pero se alejan por el exceso de sudor, ya que huele muy, muy fuerte— y finalmente espero un poco para que se duche y salga al porche para leer.

𝕯á𝚖𝚊𝚜𝚘 [También en Inkitt]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora