[35] Desentender y confesar

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Salto entre las ramas de los árboles, recorriéndolas con sigilo durante un tiempo indeterminado, hasta aterrizar sobre el suelo nevado del bosque junto a un sonido sordo. A la luz plateada que ha dado paso a la oscuridad tras el crepúsculo, me aferro a mi ropa negra para no destacar como un intruso y seguir siendo invisible entre las sombras de la noche, amparándome y ocultándome de ellas. 

Nadie puede verme, aunque quizás si olerme sí si deambulan cerca.

La luna se alza por encima de mi cabeza como un brillante disco en el cielo, visible incluso entre la tupidas copas de los pinos nevados. Me quedo inmóvil durante un buen rato, callado, y observo a través de la oscuridad filigrana de las extensas ramas. Keyth se ha ido a charlar con esa loba tetona que apesta tanto que me provoca nauseas si respiro, lo cual se hace insoportable para todos mis sentidos. Si me pillara ahora, posiblemente me cogería del cuello y me obligaría a meterme en la casa que nos han prestado.

No puedo quedarme quieto. 

Desde que maté al primer lobo he notado que mis sentidos se han agudizado tanto que, en el fondo, entro en pánico. El primer pensamiento, si permito que me invada la sensación, es ver a Rowen sonriéndome con orgullo para después decirme que siempre supo que apuntaba maneras. Madera de asesino. No quiero. No quiero ser aquello que genera problemas a papá, y sobre todo saber bien que serlo implica mantenerme siempre lejos para no ser utilizado por otros o capturado hasta que me laven el cerebro. Quizás por eso Bones me separó de Dovan y los demás, porque intuiría que había algo latente en mi o en mi cerebro para provocar este tipo de reacciones. 

Durante todo nuestro viaje, me he empleado a fondo para apegarme a Keyth. Ha sido difícil incrustarle una esquirla para provocar que me sobreproteja; lo que al principio era un experimento con pequeñas acciones, al final parece que el resultado es óptimo. Creo que ha valido la pena tentarlo, aunque eso ha provocado que una parte de mi cerebro sienta la necesidad de tenerlo cerca muy de vez en cuando. De hecho, ahora mismo quiero tenerlo a mi lado, pero no debo de presionar más o se obsesionará tanto que no me dejará respirar. 

No quiero que haga cosas con esa tetona descarada. 

La misión es clara: Estar hasta mis veinticinco aquí y granjearme cierta experiencia hasta que ubiquemos un buen lugar para implantar la guarida. La de verdad. Quiero echar raíces en algún lugar que me genere un buen ambiente, y aquí todo huele ridículamente extraño. Todo apesta a lobo de todos los rangos y edades, también a productos naturales que no conozco. Me inquieta.

Levanto un poco la cabeza e inhalo, captando un olor tenue que flota en la brisa. Olor de lobo. Al cabo de unos segundos lo identifico: Se trata de Kitt, ese lobo con sonrisa de gilipollas engreído que parece incluso más estúpido que Tarek. Abro la boca para proferir un suave gruñido de advertencia, consiguiendo que se largue de mi alcance. Seguramente se ha dado cuenta que los afilados caninos los he agrandado, centelleándolos a la luz de la luna; no voy a cazarlo, tampoco a atacarlo. Sólo quiero advertirle que si no me deja en paz tendrá problemas conmigo.

Esta noche sólo deseo correr. Quiero desgastar energía después de haber estado tanto tiempo durmiendo o metido en un lugar; deseo pasearme a mi gusto. 

Soy consciente que en carrera puedo cubrir vastas distancias y, por lo general, prefiero internarme en los bosques que se extienden hasta llegar bastante lejos. Ahora mismo sólo corro a una velocidad relajada, estudiándolo todo con una visión periférica, para así adaptarme a los nuevos cambios de los sentidos que he obtenido. No me habitúo. No quiero que Keyth se preocupe en exceso sobre algo que debo de aprender por mí mismo. 

Inhalo. Exhalo. 

Hace un frío de cojones y a duras penas siento los dedos de los pies pese a que las botas estén forradas de un pelo muy suave; y llevo calcetines gordos. El frío aquí es demasiado intenso, quizás estemos rozando los primeros grados negativos al tratarse de un invierno propio de una zona húmeda. No importa que sea montaña, he encontrado durante la carrera un par de lagos no muy grandes.

𝕯á𝚖𝚊𝚜𝚘 [También en Inkitt]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora