[44] No Olvides mi Pago, Key

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[𝚃𝚊𝚛𝚎𝚔]

—Tarek... —El sonido de la voz profunda empleada por Dámaso tira de mi corazón. Araña mi alma. Estira mi voluntad. Besa las esperanzas que sólo tengo para él. Crea sueños. Encarna en ese cuerpo de metro setenta todo el amor y deseo que yo sólo le doy únicamente a él. Representa mi pasado, presente y futuro. El todo, pero jamás la nada. Sólo ese lobo gruñón y malhumorado es la fantasía que he deseado desde joven y jamás encontraré a nadie con ese nivel de maldad y delicadeza al mismo tiempo. Quizás mi posesividad abarca y desgarra la probabilidad de que Dámaso vea a otro lobo del mismo modo que lo hace conmigo; ni siquiera Keyth recibe las mismas atenciones que yo cuando estamos juntos. Yo soy el más afortunado del mundo—. ¿Vuelves a perderte en tus tontos sueños, Tarek? —susurra contra mi oído, apretando su pecho desnudo contra mi espalda—. Qué lobo tan bobo... ¿Cómo puedes embobarte en un momento como este, idiota?

Bobo, idiota, majadero, estúpido... Cualquier adjetivo que me diera él lo voy a abrazar con fuerza porque sólo me lo envía a mí. Claro que no todas las palabras son duras e hirientes, sino que él también me ha llamado de formas más suaves; nunca amorosas como yo, pero eso poco importa.

La inundación de lujuria atraviesa mi cuerpo y me obliga a tomar una potente bocanada de aire, llenándome de feromonas que me vuelven loco. 

Dámaso siempre tiene energía sexual de sobra, como si la necesitara para vivir. Yo no soy nadie para oponerme su presión, sino todo lo contrario: Lo acepto con ganas. Todo. Estoy tan prendado que estoy seguro que Keyth pondría los ojos en blanco si me escuchara todos mis pensamientos cuando tengo al lobato cerca.

—¿Vamos a hacerlo ahora? No me opongo, aunque...

—Sí, pero... shhh —susurra él—. Tienes que mantenerte callado, ya que Keyth se ha quedado dormido en la butaca y no quiero que vea lo que quiero hacerte sólo a ti.

Joder, sí. ¡Sexo especial!

No, espera, ¿por qué? ¿Qué he hecho para ganármelo?

Dámaso está desnudo, pero yo no recuerdo en qué momento nos hemos ido a la cama completamente en bolas. En la oscuridad, él presiona su cuerpo sobre mi espalda, lanzándome un aliento delicioso que provoca descargas eléctricas por mi cuerpo, haciendo que el calor se me filtre por la piel. Huelo el olor del cuero, la dulce loción de afeitar, y el delicioso aroma que sólo Dámaso tiene: Flores silvestres. Salvajes. Hermosamente venenosas. Letales. Atrayentes.

Cierro los ojos y saboreo todas las sensaciones, especialmente la textura de su piel siendo un poco áspera. Permito que la emoción se apodere de mí sin siquiera oponer resistencia. Lo único que lamento es que no estemos cara a cara, porque no puedo mirar esa intensa mirada que siempre me ofrece, enterrar mis manos en su desordenado cabello y besar los firmes labios mientras me toma con fuerza. Últimamente a Dámaso le gusta que yo esté boca abajo, que le dé una total entrega. Pero... yo no soy un humano. Yo soy un lobo, también tengo orgullo.

En cuanto quiero preguntarle algo, siento que Dámaso presiona su polla contra mi culo. Esa es la señal de que no quiere perder el tiempo, aunque no me da tiempo a relajarme tanto como me gustaría, ya que me llena de una profunda estocada que me hace abrir los ojos.

—D-Dámaso, con cuidado —jadeo entrecortadamente, cuando una mezcla de dolor y placer late como un torrente por todo mi cuerpo. Dámaso no es estúpidamente dotado como yo o Keyth, pero tiene el tamaño adecuado para que me lleve al límite de la locura—. E-está sensible, joder...

Al lobo se la suda ahora mismo. Coloca sus manos en mi cabeza, flanqueándola, y me la aplasta contra la almohada para que me calle, me inmovilice y me haga sentir impotente. A veces puede ser un poco violento y cruel, pero yo lo adoro igualmente como un tonto.

𝕯á𝚖𝚊𝚜𝚘 [También en Inkitt]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora