[48] El primer paso acelerado [Dovan]

114 17 5
                                    

[𝙳𝚘𝚟𝚊𝚗]

El movimiento vuelve a despertarme cuando el cansancio me atrapó en algún momento. Todavía estoy asimilando lo que ha dicho Bones, pero es difícil pensar cuando percibo su boca en mi mandíbula y me regala un beso de lobo —morder en la mandíbula— a modo de juego. 

Nos quedamos congelados por unos segundos. 

Bones sólo me daba abrazos o besos en la frente. Nunca un beso de lobo, eso es muy íntimo.

—Bones... —murmuro, casi sonando a un gemido al percibir el segundo al otro lado de la mandíbula—. Esto... puede ser malo.

—Tal vez esté harto de ser bueno... —Presiona un beso normal, el lugar de morderme, y noto que el cuerpo se me eriza—. Sé cómo me miras cuando estoy concentrado en mis papeles, tu corazón se acelera cada vez que estoy cerca, ahora mismo estás cachondo... Quizás me has pegado tu locura, Dovan...

Se me escaba un gemido y mi boca estúpidamente muerde su hombro porque no quiero hacer esos ruidos. 

—Me gusta cuando estás feliz... —Su mano me va bajando la ropa interior—. Me gustaría verte comiendo para que te volvieras sano y fuerte... —Me da un beso de lobo en el cuello esta vez, y mi garganta emite un jadeo grave—. Me gusta cuando me necesitas... sea bueno o malo...

Esto no tiene sentido. Nada lo tiene. 

No sé qué es lo que he hecho para llegar a esta situación. 

Sus muslos flanquean mi cadera, y los pensamientos sucio parece que sean vomitados de una tierra fértil, desprendiéndose desenfrenados porque su mano me está masajeando los huevos. Tendría que haberle pedido una prostituta a Bones antes de hacer las pruebas, porque se me está haciendo difícil pensar después de un mes sin follar.

—Dovan... —gime mi nombre, cierne sus labios en mi cuello—. Tu Alfa te protegerá de todo el mundo... Ahora juega con tu Alfa... sé un lobo bueno...

Noto que me agarra la erección e intenta meter en algún sitio, y no quiero pensar que Bones está siendo la parte pasiva en esto. Un Alfa nunca es la parte pasiva. Jamás. 

En cuanto noto que entra el glande ahogo un gemido.


Despierto, otra vez.

—Mierda... —jadeo, mirando hacia mi lado contrario de la cama mientras veo que Bones está dormido. Desnudo. Con una empalmada que literalmente señala al techo y una de sus manos la tiene presionada en mi entrepierna—. Doble mierda —acoto, dándome cuenta que me he corrido dentro del bóxer por ese puto sueño de mierda. Parecía demasiado real.

Quito la mano de Bones y se la dejo encima del muslo, para así salir directamente hacia el baño donde cierro la puerta todo lo silencioso que puedo. Me quito la ropa, enciendo la ducha sin pararme a beber de mi petaca de whisky, y en pocos segundos ya estoy metido debajo del agua.

Me froto entero, sin toquetearme aunque me hormiguee el pecho. La confusión aflora en mi estómago, repta por mi tórax y acaricia mi cerebro con la punta de los dedos. No estoy entendido muchas cosas: ¿Qué es el líquido carmesí de Bones? ¿Por qué la pastilla? ¿Está enfermo? ¿En realidad tengo un gemelo? ¿Y esa charla por teléfono de anoche? ¿Y lo que pasó en el laboratorio?

Demasiadas preguntas. Quiero respuestas.

Y sólo hay una forma de conseguirlo: Sacrificarme. 

No sé si servirá de algo, especialmente porque Bones siempre evita ser demasiado cercano si hay alguien delante; pero mucho menos fuera de las paredes de esta habitación. 

𝕯á𝚖𝚊𝚜𝚘 [También en Inkitt]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora