[43] 𝙹𝚞𝚣𝚐𝚊 𝚊𝚕 𝙻𝚘𝚋𝚘 𝙼𝚊𝚕𝚘 [𝚃𝚊𝚛𝚎𝚔]

121 21 6
                                    

[P A S A D O]

[𝚃𝚊𝚛𝚎𝚔]

Un día, de repente, tuve miedo de mi padre.

Ambos guardamos un secreto.

Él murió.

Y yo fui creciendo con dos secretos.


Todo empezó cuando una mañana, mamá vino a por mí a la escuela. Mamá me parecía la mujer más hermosa del mundo con su cabello bien recogido con flores, la sonrisa perfecta, muy popular entre las señoras, bien vestida... Me quería mucho. Muchísimo. Tanto que antes de irse con sus amigas a esas fiestas de chicas mayores me daba un beso en la frente, diciéndome que me amaría siempre.

Pero cuando ella se marchaba, los ojos de papá me erizaban la piel al instante. Papá era un lobo enorme, un gigante, y súper fuerte... pero tenía un secreto que compartía conmigo. Uno que no podíamos decírselo a nadie porque sino los malos me raptarían a mí y a mi hermano, además de hacerle cosas malas a mamá que iba a tener un cachorrito dentro. Pequeño como un frijol. 

Esa mañana mamá me sacó de clase y me llevó a la oficina de policía de papá. Mamá decía que era una conversación de hombres, pero yo no entendía bien qué quería decir con eso, porque la oficina era donde llevaba a cabo sus negocios; buenos y malos. Yo había estado allí antes, pero papá siempre decía que "no era un lugar para hombres débiles, y yo no podía ser débil porque era su hijo". 

El mayor, ya que Oliver era muy pequeño todavía.

Recuerdo que el pasillo, de alguna manera me parecía el más largo del mundo. Caminaba sin saber qué esperar, agarrándome fuertemente de la mochila de peces tropicales que me compró mamá en verano. 

Me pregunté si había hecho algo mal. 

Me pregunté si le hice daño a algún niño sin querer.

Me pregunté si papá se había enterado que estuve jugando con la pistola que guardaba en su chaqueta de la suerte cuando se metió un día a la bañera y se quedó dormido, mientras escuchaba de fondo a señoras haciendo ruidos raros en su teléfono móvil.

Me dio miedo preguntarle a mamá, así que mis pies siguieron avanzando mientras tragaba con fuerza y miraba hacia el suelo. Mi zapato izquierdo tenía un agujero, así que si papá lo veía se iría a enfadar un poco, ya que: "Un buen macho tiene que ser perfecto en todo. Siempre limpio. Siempre de una pieza. Siempre brillando más que nadie".

Mamá crio a chicos perfectos, amables y sociables; papá sólo se centró en mí porque ambos nos parecíamos mucho. O al menos eso pensé al principio.

Siempre que papá se metía a mi cama me hacía la misma pregunta antes de irse: ¿Quieres hacerle muy feliz a papá, Tarek? Y después llegaban las demás. ¿Quieres ser como papá? ¿Quieres ser policía para matar a los malos? ¿Quieres ser el favorito de papá? ¿Quieres qué papá te quiera más a ti que a mamá u Oliver? ¿Quieres que papá te proteja, como lo estoy haciendo ahora mismo mientras te abrazo? 

Eran preguntas raras. A veces no sabía que responderle.

Yo siempre intentaba saber cuál era mi lugar en casa: Mi lugar era hacer feliz a mis padres, ser un buen chico, y esforzarme para que nada me diera miedo.

El problema, era que mi padre buscaba un tipo de "felicidad" distinta. 

Yo era un buen lobo en el colegio: Estudiaba mucho para tener una buena nota, me vestía apropiadamente y cuidaba de Oliver con el amor propio de un hermano mayor. 

𝕯á𝚖𝚊𝚜𝚘 [También en Inkitt]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora