Capítulo 36 - Tu Ganas

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MARIO

Despertar con alguien y luego tener sexo en la ducha era la mejor manera de empezar el día, aunque en mi caso ese alguien tenia nombre, una mujer con puntas rosadas en el cabello y que ahora esta envuelta con solo una toalla, la cual quiero arrancarle de un tirón y seguir penetrándola sobre la cama, una alarma me saca de mis pensamientos pervertidos.

—Tengo esa alarma programada por si me quedo dormida, anteriormente no estaba acostumbrada a seguir un horario especifico, por lo menos me hace saber que aun estoy a tiempo para salir al trabajo.— Me dice Alessa mientras apaga la alarma y yo me pongo el mismo boxer y pantalón de ayer porque no tengo mas remedio.

—Voy a terminar de preparar el desayuno, ya que alguien no me dejo terminar, sus salvajes ganas de tener sexo en la ducha me dejaron con la tarea a medias.

—Ay si como no... y tu muy molesto por eso.

Alessa me tira una almohada pero logro esquivar el golpe, le guiño un ojo y bajo hacia la cocina mientras Alessa se arregla para ir a TECNOARQUITECTOS, sigo en mi tarea de terminar el desayuno y suena el timbre de la casa.

Me detengo a pensar si abro o no la puerta, mucho mas por el hecho de que llevo puesto solo mi pantalón, espero unos segundos por si Alessa baja para abrir la puerta pero aun no se aparece, vuelve a sonar el timbre y decido abrir, total ¿qué tanto puede pasar?

Cuando abro la puerta el imbécil esta parado sobre la alfombra de la entrada y su cara de asombro es malditamente satisfactoria para mi, el muy estúpido da un paso atrás y se fija en el numero de la casa para ver si estaba en la correcta, me quedo en silencio tensando mi mandíbula para no burlarme.

—¿Dónde esta Alessa?

—¿Qué se supone que haces tu aquí?

—Y a ti que te importa eso.— Me dice mientras se cruza de brazos.

Así que me salió valiente el imbécil este, intenta pasar pero muevo mi cuerpo para impedirle el paso.

—¿Te quitas o te quito?

—A ver, inténtalo.

—¡Alessa!— Grita causando molestia en mis oídos.

—Deja de gritar, vas a despertar a todo el vecindario, además no creo que quiera verte, lárgate.

Estaba por decirme algo pero su mirada se fija en algo detrás de mi.

—¿Qué son esos gritos?— escucho a Alessa decir, me volteo para responderle.

—Pues aquí tu ex haciendo la visita.

El imbécil aprovecha que me he descuidado para pasar por mi lado y entrar a la casa.

—¿Se puede saber que haces aquí Víctor?

—Necesito hablar contigo.

—Ja.— Muevo mi cabeza en negación.

—Tu no te metas donde no te importa.— Me dice el imbécil señalándome con su dedo índice.

—A mi no me señales con tu dedo, además ¿Cómo me lo vas a impedir?— Le digo yo manteniendo mi postura a la defensiva, ganas de partirle la cabeza no me faltan y con toda la mierda que me paso ayer, con alguien tengo que desquitarme.

—¡Ya basta los dos!

El imbécil dirige su vista hacia Alessa, mirándola con descaro de arriba abajo, si sigue así estará muerto en pocos minutos. Ella trae puesto un pantalón blanco pegado a sus piernas, un suéter del mismo color dentro de una chaqueta verde militar y botas marrón.

ANTES DE TODODonde viven las historias. Descúbrelo ahora