Capítulo 11 - Quiero Seguir

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Alessa

—¿Qué hiciste que?— Es lo que responde Mario luego de hacerle un breve resumen de la razón por las que estaba en un cementerio a estas horas de la noche. 

—No fue planeado. 

—¡Claro que se nota que no fue planeado! ¿perdiste la cabeza? eres una irresponsable, salir a estas horas de la noche... ¿sabes lo peligroso que es? te pudo pasar algo maldita sea, se supone que eres inteligente.

Mario apretaba tan fuerte el volante que sus nudillos estaban pálidos, yo solo me sentía chiquita en el asiento a su lado, como si fuera mi padre el que me estuviera regañando. El efecto del licor aun no se me pasaba y mi cerebro no estaba trabajando nada bien. 

—Entiendo que estas pasando por un momento difícil, pero lo que hiciste esta muy mal, pusiste en riesgo tu salud, tanto física como emocional, demonios... de haber sabido que harías una locura como esa me habría quedado en tu casa. 

No pude evitar repetir en mi cabeza lo ultimo que dijo, iba a responder pero ya estábamos frente a mi casa. 

—No quiero quedarme aquí.— Le digo luego de un suspiro. 

Mario se me queda mirando pensativo. 

—Entonces busca algo para que puedas cambiarte, no te cambies en tu casa, solamente busca algo rápido y vuelves al auto. 

Me bajo rápidamente del Tesla para entrar a mi casa, busco entre mis cajones algo de ropa y vuelvo al auto, pasados unos minutos en total silencio estamos entrando a los estacionamientos de su edificio. 

—Quítate la ropa.— Volteo a verlo de manera extraña. —No seas mal pensada, solo quítate la ropa para que te pongas la que trajiste, hazme caso. 

Procedo a quitarme primero la sudadera y con el rabillo del ojo puedo notar que Mario esta viendo hacia al frente, enfocándose en la pared del estacionamiento, en menos de un minuto me puse la blusa, el pantalón y las zapatillas que traje. 

Mario agarra del asiento trasero un maletín pequeño y lo coloca en mis muslos, tiene su casco de trabajo y un nivel láser. 

—Mete tu ropa y las zapatillas aquí.— Hago lo que me dice. —Ahora pon la cara mas triste que puedas y te vas a mantener así hasta que entremos a mi apartamento y haga lo que yo haga me sigues la corriente ¿esta claro?

Muevo mi cabeza para asentir. 

Mario baja del auto y yo hago lo mismo, trato de poner expresión triste y no parpadeo para que me ardan los ojos y luzcan llorosos, Mario se acerca y soba mi espalda con su mano izquierda mientras las puertas del elevador se abren.

—Tranquila, ya pasara, no te preocupes. 

Entramos al elevador y ahora Mario me soba la cabeza, me siento como un cachorrito y quiero reírme pero logro controlar las ganas con todas mis fuerzas.

—Puedes quedarte el tiempo que necesites y descansar, vamos adentro. 

Ya el elevador indicaba el ultimo piso y las puertas se abrieron, siento otra vez la calidez y el olor peculiar del apartamento de Mario una vez dentro, Rocky viene bajando las escaleras moviendo su cola pero con cara de sueño, el pobre animal se debe estar preguntando que hago nuevamente aquí y a estas horas. 

—Ok, escúchame muy bien Alessa, lo que hiciste es un delito y grave, ¿no pensaste que hay cámaras fuera de la veterinaria? es que eres... 

Mario para de hablar y pasa su mano por la cara en un intento de controlar de seguro mas reprimendas hacia mi. 

ANTES DE TODODonde viven las historias. Descúbrelo ahora