Capítulo 51 - Hola Muñeca

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ALESSA

Nunca me sentí tan mal como me estoy sintiendo en estos momentos, y no es solo un motivo, mas bien es una acumulación de cosas que me duelen y estoy cansada de fingir que todo esta bien, cuando lo único que quiero es llorar. 

He intentado guardar e ignorar mis sentimientos, pero ahora los tengo a flor de piel. Es hasta un poco desconcertante la manera en la que me duele mucho mas Mario de lo que me dolió Víctor.

No he podido lograr comunicarme con él, lo he intentado estos diez días y el resultado es el mismo, no se ha presentado en la oficina, su celular esta apagado, sus correos no los contesta, por lo menos no los míos, solo he podido averiguar a duras penas que se mantiene en comunicación con Ana. 

La aflicción me consume y me ha pasado factura, estoy cansada física y mentalmente, trato de mantenerme día tras día en una rutina que usa la poca fuerza que me queda e intenta sostenerme para no caer al vacío.

Había pasado estos días pensando aparecerme en su apartamento pero mi valor se fue lejos desde el día en que escuche aquella conversación entre él y Victoria, un intercambio de palabras que quizás interprete de la peor manera, o tal vez no, pensar que no son ideas mías y que hay algo entre Victoria y Mario de lo cual yo no estoy enterada me duele mucho mas y no me funciona para justificar todo el malentendido del ultimo día que nos vimos. 

No puedo borrar de mi memoria la decepción que mostraban sus ojos y la tristeza reflejada en su rostro. Quise decirle tantas cosas y explicarle muchas mas pero no tuve ni siquiera la oportunidad de hacerlo. 

No se como diablos lo había conseguido pero estaba de pie frente a su edificio, con el corazón palpitándome rápidamente, es probable que salte de mi pecho y corra tratando de huir de esta sensación tan desesperante. Respiro profundo y doy el primer paso, con cada movimiento de mis pies el peso era mucho mas ligero, hasta que llego el momento en el que prácticamente se movían por si solos.

—Señorita Collins, que sorpresa verla por aquí. ¿En que puedo ayudarla?

—Hola Ramón buenos días, solo subiré en busca de Mario, gracias. 

—Me temo que eso no será posible.— Me detengo bruscamente al escuchar sus palabras, acaso... —El señor Di Tello ya no vive en este edificio. 

La noticia me cae como mil baldes de agua fría, tengo que preguntar nuevamente porque la verdad es que no me lo creo. 

—Disculpa, ¿Qué has dicho?

—El señor Di Tello se fue con todas sus pertenencias el día de ayer, perdóneme, creí que usted estaba al tanto.

Debo parecer retrasada mental frente a Ramon porque no puedo emitir sonido o reaccionar con algún movimiento, me esperaba todo, cualquier cosa, excepto esto. Incluso que me hubiera prohibido la entrada, eso estaría mucho mejor.

—¿Ayer?— Le pregunto porque aun no puedo aceptarlo. 

—Permítame por favor comunicarme con alguien que le puede ayudar.

Me siento en uno de los sofás del lobby, todo alrededor me da vueltas y respiro pausadamente para tranquilizarme. Observo como Ramón habla con alguien por teléfono y me quedo sentada unos minutos mientras recupero mis sentidos para marcharme de ahí de una vez por todas, ha sido un error venir hasta aquí. 

—¿Alessa? 

La voz de Eva me devuelve a la realidad y no creo que haya sentido en algún otro momento tanta alegría escucharla.

—¡Eva!

Se sienta a mi lado y me regala un cariñoso abrazo, luego se aparta para acariciarme la mejilla, en su rostro puedo notar que conoce todo lo que ha pasado o eso creo percibir. 

ANTES DE TODODonde viven las historias. Descúbrelo ahora