Darg & Nótt

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Eeva

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Eeva

Por primera vez en toda lo que llevó de vida veo desde el puente del arcoiris el legendario pueblo de Asgard e oido desde pequeña las incesante voces de mis guardianas relatando su magestuosidad distinguible entre los demás reinos vecinos, está era la tierra dónde nací la cual gobernaría un día através del derecho sagrado de los primogénitos pagando a cambio un alto costo. Cada pilar y piedra con la cual se funde este lugar me lo recuerda insistentemente dejándome no sentir nada positivo y familiar por él, al pedirme la sangre de mi propia hermana.

El afamado Heidmall conocido en todo el universo por ser el vigía del Bifrost me saluda y lo observó sorprendida al ver su reverecia cordial al distinguirme en medio de mis guardianas.

—Princesa Eeva, es un placer tenerla aquí luego de tanto tiempo.

—¿Me conoces?—Su sonrisa se ensancha volviendo a su lugar de guardián.

—Por supuesto, la vi en brazos de su madre hace muchos años era muy pequeña para recordarlo.

La simple palabra "Madre" logra hacerme sentir extraña, mareada y confluctuada, jamás había podido verla para poder reconocer algo de ella en mí, Heith mi tutura en los conocimientos mágicos me lleno de historias, leyenda sobre la poderosa Frigga era una gran hechicera capaz de sorprender con actos maravillosos, pero aún hoy me parecen distante haber nacido de una mujer como ella.

Avanzamos y la guardia real nos escolta en calesa hasta el palacio, veo a las personas ir y venir por las calles dándome cierta alegría ver a los niños jugar, son tan pequeños minúsculos en comparación a los gigantes de Fuego a cuando son infantes, viví tanto años entre ellos que me resultaba común estar a su lado sin sentirme pequeña. 

—Al llegar deberás cambiarte, estaba pensando en que tal vez podrías usar el vestido blanco bordado te luce tan bien, como una flor nueva.

—Y justo ese es el problema, no es nada cómodo, no estoy acostumbrada a llevar ese tipo de ropa. Sigrid se ríe cómplice igual que siempre conmigo señalando el detallito que Heith busca siempre pasar por alto.

—Dejame recordarte que es una guerrera.

—¿Una Valquiria?—Le pregunto con entusiasmo pero curva las cejas autoritaria igual que siempre.

—Sabes lo que nos vuelve Valquirias, tienes un largo camino por recorrer conejita si quieres alcanzar el estatus de nuestras hermanas.

—Tu no naciste para ser una Valquiria Eeva, conoces el propósito que habita en tí, eres la heredera de Odín, su primogénita la siguiente en línea de sangre con una misión importante descansando sobre tus hombros. Respiró intentando mantener el control pero Heith nunca dejará de señalarme ese antiguo discurso.

—Y créeme que nunca podría olvidarlo, pero ello no es prueba de que yo quiera cumplir con ese propósito. 

—Eeva. Esquivo la atención de ella sin querer ver el enfado en su rostro, durante siglos e acatado cada uno de sus mandatos pero no estoy lista, no soy capaz de cometer un acto oscuro como ese, Hela había sido elegida cuando apenas era una bebé por la oscuridad, jamás decidió ser un instrumento de guerra como yo, seguíamos siendo iguales cargando la misma pena.

EevaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora