Pugna

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Eeva

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Eeva

Limpio mi mente de la rabia y enojo que Loki me genera, acaso no se da cuenta o simplemente lo hace para llevarme la contraria. Me da igual, seguiré buscando una solución al influjo de Canter nada me aparta de eso, se que tiene que existir una posibilidad aunque sea mínima en el universo.

Se que será mucho más difícil sin los ejemplares de la biblioteca pero no es la única que conozco, gracias al cielo Odín me nutrió de gratos amigos capaces de ayudarme ante cualquier problema. Vuelvo a la recámara redactando cada uno de los mensajes para Muspellheim como mis institutrices en Vanaheim, las terminó llevandolas con recelo hasta los mensajeros Reales, a los cuales le solicito llevarlas de inmediato a los remitentes en nuestros reinos vecinos; dos de ellos aceptan la tarea prometiendome partir lo antes posible a ambos lugares. Logró hallar calma al oír sus palabras, ni la reina de Muspellheim o mis maestras durante esa estadía en Vanaheim serían capaz de negarme apoyo, lo que tuvieran de información me la enviaría para seguir mis estudios por más difícil que fuera rodeada de voces negativas como la de Loki.

Ni siquiera logró llegar a mi habitación de regreso oyendo su dulce voz llamandome al otro lado del pasillo.

—Reina Frigga.

—Buenos días cariño ¿De dónde vienes?—Me guardo el secreto, necesito esos libros y no lo pondré en riesgo por palabras de más.

—Nada importante, sólo salí a dar una vuelta.

—¿Quieres acompañarme al jardín? Las damas me esperan para seleccionar algunas telas y accesorios nuevos para todas.

—No soy muy buena en el asunto de telas y accesorios.Toma mi mano con delicadeza formando esa sonrisa justa en el rostro.

—Entonces será otra gran oportunidad para que sigas aprendiendo mi niña. Apesar de no estar muy segura respecto a la idea, acepto dejandome guiar por su mano através de los corredores hasta el jardín principal de Madre en el centro del Palacio, es tan grande que la vista no alcanza para distinguirlo por completo, los caminos verdes se abren entre las múltiples flores en degradé de colores, bañando cada rincón con su fragancia embriagante, los árboles son altos y variados dejando anidar a
los pájaros que revolotean entre las ramas.

—Wow, vaya es impresionante.

—¿Te gusta?

—Lo adoro. Exclamó con sinceridad siguiendo observando con curiosidad de aquí para allá, ella me llama guiandome hasta el grupo de damas esperándonos en el quiosco de metal; se reverecian ante ambas y aún sigo sintiéndome extraña ante ello. Madre me invita a sentarme junto a la mesa viendo las frutas frescas, almendras y nueces en los distintos cuencos, tengo tantas ganas de comer pero frente a ellas quedaré como una bestia salvaje.

—Eeva ¿Tienes hambre? Puedes comer si quieres. Tomó un puñado de almendras en mano y comienzo a comer despacio mediando mis movimientos observando las telas que madre pone delante de mí, algunas son sublimes dignas de hermosos vestidos para una mujer como ella, mientras otras más simples me señala que no están destinadas a vestimentas sino para sábanas, ella misma se ha encargado de elegir y bordar los juegos para toda la familia.

EevaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora