Hermanas

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Eeva

Apenas piso el suelo puedo sentir su energía cercana volviéndose cada vez más poderosa, está creciendo sin control dejando libres el máximo esplendor de sus fuerzas.

—Bienvenida sea Princesa.

—Heidmall.— Inclina la cabeza con solemnidad antes de señalar el camino, estira la mano marcandome el palacio.

—El Padre de todo se a quedado mientras los príncipes evacúan la ciudad.

—¿Recibió a Hela él sólo?—Asiente contestandome con pena:

—Todos hacemos sacrificios por un bien mayor, usted lo sabe bien. 

No puedo discutir ante eso, e sacrificado mi propia felicidad en nombre de lo justo, pero aún había mucho por hacer antes que esta contienda terminará.

—Adiós Heidmall.

—Buena suerte Princesa. —Utilizó mi hechizo quitándome el vestido y la capa tomando el traje sagrado de las Valquirias, jamás correría por mis venas su linaje puro de guerreras naturales pero el día de hoy honraria sus esfuerzos, sus sacrificios y años de entrega para forjar en mí una mujer justa como ellas.

Recuerdo el hechizo de Loki, saltando en el espacio directo al palacio, llegando hasta la entrada principal sin un vigía, era extraño pues los corredores solían traer sonidos, música e infinidad de ruidos pero está vez, lo único que me acompañaba era el murmullo cauteloso del viento.

Camino lento observando cada ángulo para no ser sorprendida por ningún sirviente oscuro de Hela, atravieso los pasillos, subo por la pequeña escalinata hasta la sala del Trono dónde finalmente oyó su voz injuriosa, reclamándole a Odín sus fallas, tiene razón pero tampoco está es la forma para hacerlo. Apenas lo toma lanzandolo al muro trasero mi cuerpo ya no logra resistir, salgo del escondite viéndola por fin personalmente.

El extenso salón se alza frente a mi, sigue siendo igual, el mismo color, las mismas luces solo su figura delgada vestida de negro se destaca entre todo lo demás, el cabello le cae largo hasta la cadera como un velo de seda, era sublime hasta compartíamos la misma estatura lastima que nuestros objetivos fueran tan diferentes.

—Hermana.— Gira sobre sus propios pies, ladeando aquella sonrisa sádica que veía por las noches.

—Vaya, vaya, vaya, miren quien llegó.— Miro por encima de su hombro el estado de mi padre, lo a golpeado mucho, sus fuerzas ya se encuentran reducidas al tratar de detener su avance este tiempo, debo sacarla e impedir que siga flagelandolo.

—Hola Hermana, finalmente después de años volvemos a estar reunidas en la misma habitación, casi que puedo sentir nostalgia.

—Nostalgia no es lo que siento, sino decepción, creí que podría ayudarte, sanarte, redimirte pero tú...no quieres eso.

—Te ofrecí un excelente trato, reinarias a mi lado te entregaría lo que más anhelas pero me rechazaste, elegiste a esta escoria sobre mí Eeva, te creía mejor pero sigues decepcionandome igual que ellos.

—En eso estamos de acuerdo Hermana, pero aún así te brindaré una oportunidad más, termina esto, Canter fue quién hizo esto de tí, renuncia a las sombras y vuelve a casa.

EevaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora