26.

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"Pedazos"


CLAIRE.

—¿Qué estupidez acabas de hacer? —me cuestiona Cruella. Apenas bajo del podio, me arrastra con ella a la salida del evento. Mi padre nos sigue casi al instante evitando junto con mis guardaespaldas que la poca prensa reunida en el piso se logre acercar—. ¿Qué mierda te pasa por la cabeza como para que actúes en tu papel de idiota?

La puerta se cierra tras nosotros, provocando que reciba ese click como una señal para alzar su voz y recriminar sin impedimentos.

Alejo mi brazo, en un arrebato, de las uñas filosas de la mujer rubia. Alcanzo a reflejar su disgusto por mi comportamiento en mi piel y aunque son rastros mínimos me duele como si hubiera inyectado veneno.

—Con insultarla no arreglas nada, Grace —farfulla mi padre.

El hombre se encuentra tan enfurecido como ella, solo que sin dirigirme ni una mirada y ni una palabra. Se pellizca la frente y trata de mantener la calma entre respiraciones profundas.

—¿Y qué se supone que haga? ¿Le aplaudo? —cuestiona, mirándome.

—Eso es lo que hacen las personas normales cuando alguien se compromete. Esperaría que también lo hicieras. —Me cruzo de brazos y esbozo una sonrisa gigantesca—. ¿Qué es lo que tanto te molesta? ¿Qué ya sea mayor y pueda tomar mis propias decisiones sin consultarte o que sea yo la primera en sostener un anillo? Ya sé que nunca esperas que pueda hacer algo por mi misma, pero créeme cuando te digo que esto solo es el comienzo de lograr todo lo que me propongo sin tu ayuda.

—¿Y qué satisfacción te daría comprometerte con un Maxwell? —interviene el secretario. Alza sus intimidantes ojos castaños y siento como si quisiera acribillarme con ellos—. No entiendo qué te hizo ponerte en esa postura, pero retira esa creencia de inmediato.

—No.

—Esta tontería que estás haciendo es una de esas cosas que él te metió a la cabeza, ¿verdad?

—Ya no soy tan fácil de manipular. —Escucho una risotada provenir de mi madre. El peor pecador es aquel que sabe perfectamente el terrible ser humano que es al estar consciente de sus acciones y aún así decide exponerse y enaltecer su orgullo por ello—. Aprendí mucho de la terrible época que viví bajo el dominio de mi madre, no caigo dos veces.

—Entonces, explícame. Ilumíname porque hasta donde sé detestabas al idiota de Maxwell, y decías amar tanto a Thiago. Eres tan contradictoria contigo misma, hija.

Mantengo mi diversión al ver su exasperación.

—Bueno, me reservo mis verdaderos pensamientos. No creo que seas capaz de entender la palabra amar. No tu, mamá. —Niego con la cabeza mientras chasqueo la lengua—. Confórmate con estar enterada de mi compromiso porque será de las últimas cosas donde podrás tener la primicia de los aspectos de mi vida.

Su boca se entreabre indignada, pero no me da tiempo de observarla mejor porque mi padre se planta frente a mí, cubriendo con su cuerpo corpulento a mi madre. Él repara en mis movimientos. Intuye la intención que tengo por largarme de la conversación y me detiene colocando su mano sobre mi hombro.

Todo mi interés cae en los ojos castaños de mi progenitor.

—Te pedí que te alejaras y terminas haciendo todo lo contrario. ¿Qué te sucede? No logro entenderlo, Claire —susurra con voz cansada—. ¿Es acaso un acto de rebeldía?

—¿Por qué lo sería?

—Me resulta interesante como te hice un adelanto de los lazos que formarían la familia Wilde con los Maxwell y decidiste simplemente cambiar todo.

HUIDAS Y MENTIRAS (#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora