18.

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"Ethan"


CLAIRE.

Admito que la interrupción de Demian añadió un toque de tensión entre el británico y yo. Estoy dándole la espalda y aún así, siento como su mirada se posa en mi. Sigo sentada en el alto taburete y en la misma posición que tomé antes de ir al baño, recargando todo el peso de mi cuerpo en la barra de la cocina fingiendo que presto atención en la charla de mis amigos y que ignoro el golpeteo de su pie contra la duela.

No hace falta que lo observe, la manera en que exalta su respiración me da a entender que no le está gustando el jueguito que he decido implementar.

No tiene caso contradecir que no pase una fabulosa noche cuando mi cuerpo decidió reaccionar por voluntad propia ante sus toques, pero huir antes de aventurarme a otro potente momento abrasador para verle el rostro acojonado al saber que no se salió con la suya, una vez más, me generó una extraña satisfacción.

Y además, haber dejado la fogosa noche incompleta me da la excusa perfecta para otro encuentro.

El hombre es la tentación hecha en persona, un estímulo interesante para darme cuenta que soy capaz de salir del vínculo señorial con el Pinocho.

—Es hora de que me vaya —anuncio, abandonando mi puesto del taburete. Inmediatamente me bajo el largo de la falda—. Seguro tienen cosas de qué hablar.

—Y demasiadas cosas que aclarar —murmura Aaron.

Escucho como brota una risa mordaz.

Imbécil.

—¿No quieres tomar algo más antes de irte?  —me dice Bastian.

—Solo tomaré otro croissant —acepto su propuesta.

—Lo saboreas tanto que me apetece uno.

Me toma por sorpresa que se acerque sin disimulo. Mi cuerpo responde con un escalofrío al sentir su palma posarse en mi espalda baja, aparentando que ejerce la proximidad de nuestros cuerpo porque busca entre las cajas lo que desea comer.

—Lástima, ya no hay —le aviso, apartándome y mordiendo el pan justo donde se concentra la mayoría del relleno de chocolate.

Giro mi cabeza en su dirección encontrándome su helada mirada.

He notado que el color de sus ojos es demasiado incierto, los tonos cambian dependiendo de lo que se ponga y hoy esa camiseta aguamarina lo transmite.

—Brier, toma otra cosa y deja de mirarla como si quisieras asesinarla —espeta Demian.

—Si compartimos tiempo juntos... —se aclara la garganta—. ¿No puedes compartirme un poco, Claire?

Arrebata el croissant de mi boca con rudeza para comérselo. Termina manchando la comisura izquierda del labio y arquea las cejas.

Lame sus labios antes de tomar su dedo índice para limpiar los residuos de su ridiculez, no le importa realizar el gesto aún con las miradas curiosas de los chicos.

Maldita sea.

¿Cómo pretende mantener lo que sucedió ayer solo entre nosotros si hace ese tipo de acciones frente a este par? No dudo que saquen todo de contexto.

—Eres un idiota, Maxwell.

—Ten —dice Bastian, tendiendo una servilleta en mi dirección.

Ladea su sonrisa cuando se enfoca en el pelinegro engreído posado a mi lado.

—Nos vemos... —se despide Aaron, enfocando su azul en mi—. Luego.

—Hasta pronto, chicos —hablo entre dientes.

HUIDAS Y MENTIRAS (#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora