5.

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"El verdadero reencuentro"





CLAIRE.

—¿Todo bien? —me pregunta Charlie preocupado. Asiento con la cabeza tratando de concentrarme en cambiar mis facciones afligidas a la actitud segura que debo estar mostrando en la cena. No he dejado de jugar a quitarme y a ponerme los anillos desde que salimos del penthouse de mis padres—. ¿Segura que estas bien? —le aseguro con mucha más confianza, miro por la ventana los destellos de luces que salen por las cámaras cuando la limusina se detiene en el edificio. Charlie me aprieta la mano para que lo mire a la cara, luce preocupado—. Tu madre y Ed entenderán que te sentiste mal si no entramos. No te preocupes.

Por supuesto que Edward Keint es una de las personas más comprensivas que he llegado a conocer en mi corta vida. Él entenderá el porqué no pude llegar a acompañarlo.

La dictadora por otro lado... Claro que no. Ella no entenderá nunca, ella no entiende nada.

—No solo es por mi madre —miento, conteniendo las inmensas ganas que tengo por apretar fuertemente mis labios ocultando mi descaro y de paso para no correr mi hermoso labial mate—, si quiero que Dorothea Taylor me fiche para esta temporada como una modelo principal debo presentarme en la mayoría de las reuniones que me den ventaja ante las demás. Sabes lo importante y exclusiva que es la marca, no me basta solo con tener el rastro de mi madre tras de mí.

—Tu salud debe ser prioridad.

—Lo es. Y créeme que cuando te digo que estoy bien, lo estoy. Solo se trata de los típicos nervios, nada fuera de lo común.

Asiente no muy convencido de mi disposición.

La puerta de la limusina es abierta por uno de los encargados de la seguridad del lugar, le sonríe a Charlie sin mostrar los dientes cuando este baja del auto. Me extiende la mano para ayudarme a salir sin tener que tropezarme con el vuelo del vestido.

—Gracias —decimos al unísono al hombre cuando nos indica el camino a la entrada.

—Imagínate la cara que pondrá mi hermano cuando vea lo preciosa que estas.

Se me escapa una risita con su comentario.

Cuando nos integramos a la alfombra dorada que se encuentra extendida escaleras arriba. Todo está iluminado con ramas falsas de árboles blancos que acomodaron para formar una especie de techo en arco.

Al principio nos detenemos a posar para que la prensa nos fotografíe, como es costumbre, sin embargo, los encargados nos detienen a mitad del espectáculo. Nos piden que avancemos por la alfombra sin parar. Veo como intentan acercar los micrófonos para obtener respuestas a sus preguntas, algunas solo son para títulos amarillistas y otras tantas sobre nuestros futuros trabajos.

Pero ni Charlie ni yo podemos decir algo al respecto. De hecho, ninguno de los invitados debe. Tenemos prohibido mencionar algo antes de que el cierre del evento llegue porque la atención de la asociación se desviará completamente de lo que se busca para esta noche.

Hay celebridades de todo tipo. Algunas chicas que conozco de las pasarelas, actrices que admiro, diseñadores famosísimos, cantantes peculiares. Un catálogo extenso que bien adoraría conservar para siempre dentro de mi memoria, pero ni acercarme a saludar puedo al paso veloz que vamos.

—Disculpen, disculpen —grita una mujer de cabello rojo granada con un recogido glamuroso, se encuentra a unos cuantos escalones arriba con las manos puestas en sus caderas—. ¡Por fin han llegado los chicos! —Se trata de Rita, la representante de la madre de los chicos. Llega hasta nosotros abriéndonos el paso para que nos acomodemos—. Pensé que nunca vendrían, ya hasta creía perdida la tradicional foto.

HUIDAS Y MENTIRAS (#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora