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"Fiesta del compromiso"


CLAIRE.

No le doy tiempo de reaccionar al británico cuando me subo al Bugatti. Me mira de mal humor apenas cierro la puerta. Tiene el antebrazo recargado en la puerta y con su mano izquierda acaricia la frente.

—¿Por qué siempre tienes cara de culo? —Arqueo una ceja y él deja escapar un bufido.

—¿Has notado que solo la tengo cuando estoy contigo? —responde seriamente. Aprieto mis labios para reprimir una sonrisa al saber que estoy incitando a sacar su enojo—. Creo que me he contagiado de tu humorcito.

No sé porqué disfruto tanto hacer enfadar aún más a las personas, pero con Aaron es diferente. Experimento una satisfacción única porque me he dado cuenta de que en cuestión de segundos soy capaz de cambiar su humor.

—¿En serio? —Intento sonar sorprendida.

—Oh, no miento, dulzura.

—En ese caso espero que no se te pegue lo dejar con las ganas al otro. —Me muerdo el labio inferior y me acomodo en el asiento, de tal manera que mi espalda se recarga en la puerta y mi pierna se estira a lo largo de su regazo—. Ese solo es mi papel.

—¿Y piensas que voy a caer otra vez?

Remuevo mi tacón cerca de su entrepierna.

—No te imaginas de lo que soy capaz, Aaronso. No me retes.

Detiene mis movimientos y tira de mi pierna con tanta fuerza que en menos de cinco segundos ya me encuentro sentada sobre su regazo.

—Y tú tampoco. Ni siquiera has llegado a conocer ni una pizca de lo que soy capaz, Pulga —susurra en mi cuello y me estremezco al sentir su barba poco crecida hacer contacto con mi piel—. Lo de hoy no fue nada.

—En efecto, lo de hoy no fue nada.

Y yo te voy a demostrar cómo se juega.

—¿Estas así por tu padre? —inquiero, intentando no sonar tan interesada en el hombre.

—Claire, lo que menos quiero en este momento es hablar de él —gruñe Aaron—. Y espero que esa no sea una de tus tácticas para desviar tu mente de lo que empiezas a sentir por aquí. —Me mira fijamente mientras sus dedos recorren todo mi abdomen por encima de la tela verde de mi pantalón y se detiene a escasos centímetros de mi zona.

—Oh, para nada —le aseguro.

Intento volver a mi sitio, pero se aferra a mi cintura obligándome a permanecer aun en su regazo. Entonces, tendrá que afrontarse a las consecuencias porque si no me da lo que mi cuerpo pide se volverá a quedar en el mismo sitio.

—Además, me pueden mucho más lo besos ¿y qué crees? —Sonrío y me inclino lo suficiente hacia su boca como para demostrarle lo que necesito—. Tú y yo tenemos un trato que cumplir.

—Lo tenemos —concuerda él—, recuerdo muy bien ese punto. —Acaricia mi piel descubierta por debajo del borde de mi top—. No besos durante el compromiso falso, no al menos que sea en público.

—Exacto.

Asiente lentamente.

—No es tan difícil cumplirlo.

Aún —susurro descaradamente.

Él mira atentamente mis labios entreabiertos y se relame los suyos. Cuando creo que va a romper su palabra, decide mandar toda mi melena castaña hacia mí espalda para poder colocar su boca en mi cuello sin obstáculos.

HUIDAS Y MENTIRAS (#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora