3.

35.1K 1.1K 257
                                    

"Defectos y emociones sofocantes"


CLAIRE.

¿Es el día de las apariciones o qué rayos? Si es así entonces que se me aparezca Harry Styles y me lleve a Eroda para alejarme de la tóxica vida que traigo tras de mí desde que nací. Estoy segura de que sería más feliz ahí. ¿Quién no sería feliz conversando con semejante belleza masculina?

La confusión va desapareciendo muy ligeramente de sus rasgos y con una sonrisa discretamente seductora me llega a saludar. Ahora sus ojos poseen un tenue brillo que aclara aún más el celeste mientras que el ligero color verde que está cerca de la pupila se retrae. Pierden el cansancio por una mínima brevedad para intercambiarse por un aspecto entre dudoso y sorpresivo.

El tipo es mucho más guapo de lo que recordaba, tanto que su mirada logra ponerme un poco nerviosa cuando me recorre con pausas pronunciadas.

La primera vez que lo vi creí que él lucía el cabello del tono más oscuro que había visto en mi vida y eso que he convivido mucho tiempo con Bastian. Ahora gracias a esos mechones que le caen por la frente —incluso podría decir que cada vez le cuesta más tener en su lugar los cabellos ondulados— que le obsequian el contraste perfecto con su tono de piel, me doy cuenta que el color pálido es lo que le hace tener ese aspecto sombrío en la melena.

Dejo de inspeccionar cuando me doy cuenta que he tardado demasiado tiempo en estrechar su mano. Ni siquiera note cuando la extendió.

—Hola. —Sonrío con seguridad y aprieto su mano.

Qué protocolario esto, tanta formalidad cuando noches atrás nos devoramos hasta lo que no. Es ahí cuando él aprovecha para envolverme en su propio mundo.

Vaya, vaya, si que es una coincidencia enorme encontrármelo por aquí.

De un momento a otro estoy tan cerca de él que puedo oler su perfume, la misma fragancia que me lleva a recordar más explícitamente lo que sucedió. Hace como que me abraza cuando en realidad sus labios están tocando levemente mi oreja al momento de susurrar.

—Y yo que te creía perdida, dulzura.

El calor se me sube a las mejillas al notar el acento, ese jodido acento que me incitaba a realizar otras cosas poco respetuosas en aquella habitación. Arqueo mi ceja con su descarada incitación, lo dice sin pensar logrando que Bastian me clave una mirada exorbitante.

Se aleja de mi cercanía para fijarme sus ojos interrogativos, están atentos y mordaces a cualquier reacción que produzca.

—Ustedes... ¿ya se habían visto antes? —pregunta dudoso, mi amigo refleja más preocupación que cualquier otra cosa en este instante.

—Y-yo, no.

—Si —me contradice.

—Es decir, si, pero hace mucho, mucho. —Exagero con el tiempo, no quiero que se haga teorías alocadas. Estoy segura de que este hombre conoce muy bien a Bastian y por más que me guste la idea de que Thiago vea que no perdí el tiempo con mi soltería cuando se fue, sé quién es mi amigo y es un cadillo que no dejará de cuestionar mi toma de decisiones si se entera de lo que sucedió. Prefiero que el rubio se entere primero—. Coincidimos en una fiesta.

—¿En una fiesta? ¿Qué tipo? Que yo recuerde no hubo ninguna...

—Digo, una cena. No sabrías cual, es una de esas a las que acompaño a mis padres.

El recién aparecido trata de ocultar su risa burlona con la mano fingiendo que se frota la barbilla al escuchar mis explicaciones atrabancadas.

—Entonces, supongo que todo está bien entre ustedes. ¿Verdad?

HUIDAS Y MENTIRAS (#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora