7.

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"Huir"


AARON.

Inclino la cabeza en un acto de halago que se dirige a un par de mujeres que me miran instantáneamente cuando atravieso el pasillo, llevándome a la zona de los balcones. Están platicando entre sí, cerca de las escaleras que dan al tercer piso. Hay incluso algunas otras personas, pero la persona que busco no se encuentra en ninguna parte de la segunda planta del museo. La mujer del vestido azul ha desaparecido, otra vez.

¿Dónde se habrá metido?

Regreso a mi punto de inicio con la atención puesta en todos lados. Las áreas restringidas que preservan algunas obras están con alguna especie de muros improvisados. Es imposible que haya derribado esas cosas para entrar a cualquiera de las habitaciones con plena y total oscuridad.

Me acerco a los balaustres blancos que funcionan como baranda con la intención de indagar el panorama con profundidad. Extiendo mis brazos en la columna y observo la pista lenta y detenidamente. Desde aquí se ve todo, distingo a los chicos y hasta a Charlie que ahora tiene el brazo entrelazado con una mujer rubia de vestido negro. Está de espaldas, ni idea de quién se trate.

No hay rastro mínimo de Claire, ¿y es que siempre debe desaparecer de un momento a otro?

¡Qué afán tiene esa mujer de escabullirse!

Camino nuevamente echando otro vistazo hacia los balcones, casi recorro por completo toda la columna cuadrada cuando mi mirada recae nuevamente en las escaleras. Tienen una cándida cadena de mediana anchura. Obviamente está ahí a plena vista para prohibir el paso a arriba, es notorio el impedimento al acceso, aunque... por supuesto que sí.

Las mujeres se fueron al aire fresco para fumarse un cigarrillo. ¿Quién podría decir algo al respecto? No hay nadie que me preste atención. Y tampoco es como que me importara obedecer reglas. Al fin de cuentas ni es la primera vez que rompo los reglamentos ni será la última.

No es tan elaborado alzar mis piernas largas, ni siquiera tocan el metal de los eslabones, y comenzar a subir. La luz es tenue y mucho más conveniente para aventurarse.

Apuesto mi lugar en la dinastía a que Claire está en el tercer piso haciendo no sé qué mierda. ¿Qué puede estar pasando por su cabecita como para osar a esa ridícula idea?

Cuando llego a la columna lateral y giro a la izquierda me encuentro con un señor de cuarenta o quizá cincuenta años que mantiene la espalda recta. El guardia de seguridad del lugar hace sus rondas de manera sigilosa alumbrando con su linterna en las partes oscuras. Elevo las comisuras de mis labios cuando me captura con una mirada inquisitiva.

Me apunta con la luz directamente a los ojos en círculos, por lo que tengo que cubrirme con una mano. No entiendo para qué carajos hace eso si estoy postrado en el lado del pasillo donde hay iluminación.

—¡Agh! Baje eso que me va a dejar ciego, hombre —me quejo irritado. Parpadeo un par de veces al ver solamente destellos blancos que me nublan momentáneamente mi vista.

Introduzco mis manos en los bolsillos del pantalón de vestir en cuanto se acerca a mí con pasos firmes.

—No debe estar aquí joven, es una zona restringida por lo que le voy a pedir de la manera más atenta que se retire —habla serio, la rigidez se le nota hasta por los cielos.

—Solo quería fumarme un cigarrillo.

—El área designada para ello se encuentra en la segunda planta, esta es la tercera. Y como se dio cuenta al entrar a la fuerza, esta área es restringida y la banda se ha colocado justo para indicar ello. —Aprieta la mandíbula al decir cada palabra. Habla entre dientes para enfatizar el punto de su enojo. Frunzo el ceño ante su comportamiento, no debería dirigirse a mi tan altaneramente, no cuando puedo comprarme el puto museo en este instante con unos cuantos clicks y mandarlo a la... —. Después de usted, caballero.

HUIDAS Y MENTIRAS (#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora