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Y ahí estábamos frente a la puerta de esa habitación.

Saque la llave de mi bolsillo, esa llave iba conmigo a todos lados.
No quería que nadie viera lo que escondía esa habitación.

Al abrir la puerta, la cara de Mia fue de total asombro.
Entró a la habitación parándose en el centro, girando sobre sus pies lentamente observando todo con detenimiento.

Una habitación completamente blanca, paredes y muebles blancos.
Los complementos eran lo que le daban el toque de color que necesitaba.

Una cuna de madera blanca que era adornada por una tela de tul que caía del techo, la ropa que vestía el colchón de esa cuna era gris con un pequeño peluche en forma de nube azul celeste.

La ventana de la habitación era tapada por una cortina muy fina de un color amarillo pastel.
Junto a la ventana un sofá de una plaza, blanco con un cojín amarillo y una manta gris doblada a un lado.
Una alfombra gris cubría el suelo de esa habitación, haciendo contraste con el blanco de los muebles.

Una zona de juego en una esquina de la habitación, con peluches gigantes, cojines y mantas para que un bebé este agusto, con juegos para la estimulación sensorial de los bebés. Que con el tiempo irían cambiando acorde a la edad de mi hija.
Había una puerta que llevaba a un vestidor lleno de ropa de colores neutros, había de todo; faldas, vestidos, pantalones... Pero no había nada de color rosa. Si algún día Mía quería vestir a Luz de ese color, iria ella a comprar esa ropa.

- Chris...- susurro Mía mirándome con los ojos cristalizados.

Yo la mire sonriendo con las manos metidas en los bolsillos de mi pantalón y eleve los hombros.

- Esto es precioso- dijo mirando todo con detenimiento.

- Todo por mi pequeña princesa

- Cuando tú princesa crezca va a estar muy orgullosa de tener a un papá como tú.- sonrei mirándola.

Acostó a Luz en su cuna, esa niña era un tronco durmiendo.

La dejamos ahí, Mía se fue a la que sería su habitación y yo bajé a recoger la maleta que aún estaba en la puerta de casa.

Lleve la maleta a la habitación y tenía que seguir con mi misión del día, la misión de poner nerviosa a Mía.

Era mi pasatiempo favorito.

Entre a su habitación sin hacer ruido y la vi de espaldas a la puerta, de pie junto a la cama. - que empiece el juego- pensé

Me acerqué a su oído por detrás, sin tocarla.
Me encantaba que son solo notar mi respiración cerca, su cuerpo temblaba.

- Te extrañe mucho- susurré en su oído, lo que hizo que su respiración se cortará.

- No hagas eso Christopher- dijo susurrando sin moverse.

Pase mis manos por sus caderas lentamente hasta llegar a su vientre y abrazarla, aún con mi boca en su oreja.

-  ¿Porque?-

- Ppporrr que nno-

- ¿Porque tan nerviosa?- volví a susurar pero esta vez mordí el lóbulo de su oreja

- Christopher porfavor- su respiración estaba agitada y su voz salía jadeante.

- uhuum- hablé en su cuello dejando un camino de besos hasta llegar a su hombro.

Creo que mi misión de ponerla nerviosa se estaba convirtiendo en otra cosa.
Mi cuerpo estaba despertando, llevaba muchos días sin tenerla a mi lado, muchos días sin tocarla.
Desde 1 mes antes de que naciera Luz no la había tocado por órdenes médicas.
Y eso ahora me estaba pasando factura.

La Chica Del Aeropuerto - C.V  | Corrigiendo |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora