La Chica Del Aeropuerto - C.V | Corrigiendo |

Extra

Mucho ruido en el piso de abajo, hizo que despertara. Saltando de la cama asustado.

Pase las manos por mi cara cuando escuché la risa de mi padre y la de mis hermanas.

En esta casa nunca había silencio.

Sentía un dolor de cabeza horrible y abajo no dejaban de hacer ruido.

Salí de mi habitación y baje a la cocina, de donde provenía ese ruido.

- En esta casa nunca hay silencio ni paz? - pregunté cuando entré a la cocina sin mirar a nadie.

- Son las 3 p.m no es hora de estar durmiendo Mateo. - contesto mi madre sería.

- Mamá me duele la cabeza. - dije pasando una mano por mi cabello mientras tomaba un vaso agua.

- Tu llamas dolor de cabeza a lo que yo llamo resaca. No vamos a estar en silencio porque el señorito llegará a casa cuando estaba amenciendo. - contesto mi padre serio.

Me giré para mirarlo y algo le pasaba.

Mire a mi madre y estaba igual que el.

Yo no recuerdo haber hecho nada para que estén así conmigo.

Solo salí a bailar, tome un poco y volví a casa. No he hecho nada.

- Que les pasa? - pregunté mirándolos.

- Donde está el coche Mateo? - pregunto mi padre mirándome de brazos cruzados.

- Ahí en la puerta de casa - señale la calle.

- Y que es lo que no entiendes de el coche es mío y si quieres uno, te lo compras tú? - pregunto mi padre aún más enojado.

- Papá solo salí un rato. No puedo cogerlo para nada? - pregunté mirándolo

- Tu me lo has pedido? No verdad? - negué mirándolo - Si me lo pides quizás te lo dejo, pero el niño lo agarra sin preguntar. - contesto serio.

- Lo siento pa. No lo vuelvo a hacer - dije mirándolo triste.

Bajo la cabeza, mirando sus manos mientras negaba con la cabeza.

Llegó mi momento de sacar el angelito interior para que me perdone.

No se puede molestar por eso. No he hecho nada malo.

Me acerqué a él que estaba sentado en la mesa de la cocina y lo abracé por la espalda, poniendo mi cabeza en su cuello.

- Perdoname papi. No lo vuelvo a hacer- hablé con voz de niño pequeño.

Escuché una carcajada de mi madre y cuando moví la cabeza para mirarla, estaba de espaldas a nosotros.

Mi padre miraba sus manos, sin contestarme.

- Paaaa - supliqué pegando mi cara a la suya

- Largate de aquí - contesto golpeando mi pierna mientras reía.

- No. Hasta que me perdones no me voy - dije apretando mi mejilla más a la suya.

- Quien le ha enseñado a este niño a ser así? - pregunto mi padre elevando la cabeza.

- Es igual que tú. No te quejes - contesto mi madre riendo

- Papi perdón - repetí besando su mejilla, abrazándolo por el cuello.

- Ya . Si. Ve a vestirte que no se qué haces en bóxers - contesto riendo.

- Te amo - sonreí dejando un beso sonoro en su frente.

Iba a salir de la cocina y dos princesas rubias interceptaron mi camino. Poniendo una pelota de plástico frente a mi, sonriendo felices.

Agarre esa pelota y comencé a jugar con ellas, por la cocina y la sala. Haciéndolas reír escandalosamente