Capítulo 7||Guías

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En momentos difíciles lo que nos parecía insoportable se vuelve insignificante...

Lista de cosas que menos soporto:

1. El aroma a lavanda.

2. El pastel de zanahoria.

3. El tomate

4. Levantarme temprano a correr.

El último punto era el más insoportable. No entendía cómo Jane tenía tanta energía para correr durante la mañana. Porque yo, con el condenado frío que arrasaba esa ciudad, tenía todo, menos ganas de siquiera salir de mi cama.

De todas formas, de nada servía negarme porque Jane nunca me dejaba en paz cuando se trataba de hacer ejercicio —cosa que por cierto nunca hacía cuando estaba sola—. Amaba holgazanear en mi tiempo libre, claro, aparte de leer, escribir y beber chocolate. De hecho, entre el café y el chocolate siempre amaría más lo segundo.

Puede que fuera una persona rara. Normalmente el perfil de un escritor siempre iba acompañado de una tasa de café. Yo siempre iba acompañada por malvaviscos y una taza de chocolate.

Me inspiraba más.

—Jane... ¿Cuánto más vamos a correr? —me quejé mientras seguía trotando detrás de ella—. Tengo hambre. Además, ¿Por qué corremos cuando hace tanto frío?

Mi amiga negó con la cabeza mientras comenzaba a trotar de espaldas y enarcaba una ceja.

—Maia Russell, eres una floja.

—Eso no es cierto, soy muy eficiente. Me he llevado el premio a la mejor trabajadora del mes por segundo año consecutivo —un pequeño impulso para que los trabajadores se desempeñen mejor que se creó en la compañía desde el pasado año.

Ella soltó una sonora carcajada.

—Eso es porque eres mi asistenta. Dos genios valen por mil —me guiñó un ojo y le sonreí con coquetería.

Nos reímos. El cielo nos creó y nosotras nos juntamos.

—Vale —dejó de trotar y se acercó un poco a mí, respirando con irregularidad por el ejercicio—. ¿Deberíamos ir por algo de comer a la cafetería de aquí cerca?

—¡Hasta la pregunta ofende! Deberíamos ir no, señorita, debemos —remarqué la última palabra y ella soltó otra carcajada que llamó la atención de unos cuantos a nuestro alrededor. Ella era otra escandalosa.

Pasó su brazo por mi cuello y tiró de mí para salir de aquel espacio para trotar y cruzamos para llegar a la avenida que llevaba hasta la cafetería.

El otoño en Luar era muy frío, la gente paseaba con grandes abrigos, otros con guantes, gorros e incluso bebidas humeantes que los hicieran entrar en calor. Éramos las únicas zafadas que llevaban ropa un poco más delgada. Aquellas chaquetas nos hacían sentir como en la Antártida y a Jane no parecía importarle.

Minutos después, ingresamos al local mientras frotaba mis brazos y me quejaba del frío que sentía.

—Te lo aviso, Jane Lancaster. Esto es explotación laboral —solté un bufido mientras tomábamos asiento ya en la cafetería.

Ella soltó una risilla tomando otra silla.

—Eres tan dramática —se mofó ella—. Te dije que corrieras un poco más para que entraras en calor, pero además de floja también eres terca.

Hice una mueca torcida con los labios mientras rodaba los ojos.

(...)

La cafetería se mantenía cálida, no había demasiada gente por lo que ocupamos un sitio al fondo cerca a la ventana, el cual escogíamos en cualquier lugar al que fuéramos. Nos causaba más comodidad y cierta privacidad.

Guía del Cielo(Finalizada✅)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora